Es importante en Biodescodificación, saber que nacer después de que un hermano nuestro ha muerto (haya sido un aborto o un niño ya nacido), es un acontecimiento que marcará nuestra vida, nuestras emociones y nuestra salud incluso.
En general, esto es conocido como «Yacente Horizontal», que únicamente significa que alguien de mi línea generacional ha muerto antes de mí, en mi familia (es decir, únicamente funciona con hermanos y medios hermanos).
Para ser Yacente de «alguien» hay una regla de oro: «La muerte del familiar, ocurrió antes de que me concibieran«.
Suele haber mucha confusión en esto y un gran número de personas «creen» ser yacentes, porque el abuelo murió en su cumpleaños, o el tío murió mientras ellos se estaban gestando ya en el viente materno y esos son otros conceptos transgeneracionales y analizables con la Biodescodificación, más no es Yacente.
Pues bien, volviendo al punto de haber nacido luego de la muerte de un hermano, imaginen por un segundo toda la ilusión que encierra la espera de un bebé:
Se compra la cuna y la ropa, se prepara una linda habitación, se compran juguetes y pañales, se piensa en un nombre perfecto y se crean expectativas sobre el color de sus ojos, su cabello, su color de piel, etc. La llegada de un bebé a la familia, incluye no sólo estos sueños, sino los de todos los miembros:
- Lo que piensa la abuela, el abuelo, el tío, la tía, la prima y el primo.
- Se platica sobre la posible profesión del bebé y de sus posibles gustos y parecidos.
- Se forma entonces, alrededor de éste bebé un inconsciente biológico familiar repleto de emociones.
Y, ¿qué pasa si éste bebé no llega a término? Y, ¿qué pasa si el bebé, efectivamente nace, pero muere pronto? Sucede que todas las expectativas que se tenían para él, quedan flotando en el ambiente familiar, a la espera de recaer sobre «el niño que sigue».
Nacer entonces, posteriormente a la muerte de un hermano, significa que hemos venido a reemplazarlo, a ocupar su lugar y a recibir todos los planes y proyectos que ya la familia había planeado para el hermano. Sin darnos cuenta, sin ser responsables siquiera, «ya traemos cargando un muerto».
Pero… y si el hermano muerto era niño y yo nazco niña?
Pero… y si el hermano muerto era José Manuel y a mí me ponen José Armando?
Pero… y si el hermano muerto estaba enfermo o con alguna discapacidad y yo nazco bien o viceversa?
¿Complicación y confusión verdad?
Así es, y usualmente sucede, que el bebé que nace, trae una «doble personalidad», algunos en mayor grado que otros, porque nacen con la misión de ser ellos mismos y de ser «el muerto».
Y no es ni siquiera necesario que nos pongan el mismo nombre, con que nuestro nombre comience con la misma letra es suficiente. El muerto puede llamarse Socorro y a mí me ponen Susana. Para el inconsciente, es lo mismo una «S» que otra «S».
O los padres, se ponen muy creativos, con el pretexto de «no repetir el nombre» y comienzar a buscar «deformaciones» del nombre del muerto. Y entonces, si el muerto se llamaba Luis, a mi me ponen Luigina, o si el muerto se llamaba Ariel a mi me ponen Uriel…. El daño es el mismo.
Entonces, las personas andan por la vida, con cambios de humor drásticos, se les puede considerar bipolares o bien pacientes de TDAH, depresivos o ansiosos y únicamente sucede que traen a un muerto encima. Piensan una cosa y al minuto piensan otra. Están felices y al minuto siguiente lloran. Son valientes y al momento son miedosos, porque cargan dobles emociones y doble manera de reaccionar.
Lo mejor en estos casos, es hacer un duelo
Liberarnos de nuestro nombre (en caso de que sea el mismo, modificado, mezclado, etc), liberar a nuestros padres por haber colocado en nosotros las expectativas de nuestro hermano.
Expresar nuestro dolor por llevar la carga del hermano muerto encima y soltarlo. Liberarnos de tener dos personalidades, liberarnos por haber cargado durante tanto tiempo a un muerto, liberar a la familia por ver en nosotros al reemplazo de nuestro hermano, etc.
Con la carta de duelo, es suficiente. Y ahora, si yo he nacido, después de un hermano muerto y soy un niño menor a 14 años, la carta la deberá redactar mi mamá.
Si yo soy mayor de 14 años, es mi obligación liberarme. Y yo puedo escribir la carta. Y si nadie me ha platicado sobre ese hermano muerto, ya es tiempo de que me lo vayan diciendo.
Una vez quemada la carta de duelo (porque hay que quemarla), viene una cuarentena de 30 a 34 días, en donde es posible que mis estados de ánimo estén a flor de piel. Se necesita paciencia y darle tiempo a nuestro inconsciente, para que se libere y asiente la idea de que hemos soltado al hermano muerto y de que la única personalidad que ahora cargamos, es la nuestra.
Akasha Sanación Integral