Es difícil perdonarnos a nosotros mismos, por las veces que por miedo a ser rechazados de nuevo no fuimos fieles a nosotros mismos, adoptando máscaras o nos dejamos llevar por el colectivo para sentirnos integrados, queridos y vinculados o pertenecientes a un grupo o familia, porque el alma en el fondo lo que siente es un profundo miedo a la soledad.
Debemos ser muy amorosos y compasivos con nosotros mismos, hay que ver todas nuestras acciones desde una apertura de consciencia, desde un nivel más expandido, y reconocernos en ese ser humano maravilloso que fuimos y que intentaba sobrevivir haciendo lo que podía en ese momento, aunque fuera ir en contra de nosotros mismos.
Sanarte perdonando con pleno entendimiento, sanando apegos vicios, rencores, resentimientos, etc. Cuando los padres me preguntan ¿Cómo pueden «ayudar a sus hijos a cambiar»? se sorprenden cuando les digo que los niños no son quienes necesitan cambiar ni ayuda, sino los padres y es que de acuerdo a la metafísica, los niños de 0 a 12 años aproximadamente se enferman por los problemas emocionales no resueltos de los padres o los adultos que les cuidan.
Ellos solo reflejan nuestro desequilibrio y la falta de amor que necesitan. Hasta los 3 años el niño no tiene su propia aura y toma el aura del adulto con quien comparte más tiempo, por lo general es mamá, por eso lloran tanto cuando mamá se aleja o se les deja en el cole por primera vez porque reviven el cambio físico que experimentaron como cuando salen de la barriga de mamá y respiran por primera vez.
Por esta razón insisto en que el mejor regalo que un padre o madre puede hacerle a sus hijos no sólo es el tiempo que comparte con ellos, sino su propia sanación. Lógicamente también se debe hidratar y alimentar a los peques sanamente, fomentar el hacer ejercicio físico y mental.
Así que la próxima vez que tu hijo enferme, toma el libro de Louise Hay: «Usted puede sanar su vida» busca la enfermedad o malestar, mira cuál es el significado sobre lo que tienes que sanar, trabájalo en ti y sorpréndete positivamente de lo que pasa con la salud de tus hijos.
Así que cuando un niño que vive una dolencia o una enfermedad, hay probabilidad de que la expresión de la enfermedad manifieste la dolencia interior de su mamá, su papá, o del adulto que le cuida. Puede que en ese momento los padres no tengan ninguna enfermedad a la vista, pero la gran sensibilidad de niño o la niña le conecta a la realidad interior de sus padres.
Entonces, está en resonancia con el niño interior herido de sus padres. La enfermedad que el niño o la niña tenga actualmente sólo pone en evidencia la toma de consciencia que los padres deben cambiar para que el niño mejore.