Desde que llegamos a éste mundo somos parte de un entorno que intenta atenuar todo aquello que nos mortifique; éste entorno que viene a ser nuestra familia, nos ama, nos contiene, nos protege, nos orienta, nos da herramientas para que al ir creciendo podamos desarrollarnos y tengamos la capacidad de resolver los problemas por nosotros mismos, sin embargo cuando nos convertimos en adultos tendremos momentos felices y otros no tanto, la vida es cambiante y no escapamos a fracasos, frustración y dolor.
No todos reaccionamos de la misma forma ante circunstancias difíciles, que muchas veces nos hacen sentir que no podemos más, y tal vez las parábolas son una de las formas más sencillas de trasmitir enseñanzas a través de un relato breve y eso encontramos en una historia zen de evolución personal.
La Parábola de la Sal
El viejo maestro pidió a su joven discípulo que estaba muy triste, que se llenase la mano de sal, colocase la sal en un vaso de agua y bebiese.
-¿Qué gusto tiene?
Le preguntó el maestro.
-Fuerte y desagradable respondió el joven aprendiz.
El maestro sonrió y le pidió que se llenase la mano de sal nuevamente.
Después, lo condujo silenciosamente hasta un lindo lago, donde pidió al joven que derramase la sal.
El viejo Sabio le ordenó entonces: bebe un poco de esta agua.
Mientras el agua se escurría por la barbilla del joven, el maestro le preguntó:
-¿Qué gusto tiene?
-Agradable, contestó el joven.
-¿Sientes el sabor a sal?
Le preguntó el maestro.
-No: Le respondió el joven.
El maestro y el discípulo se sentaron y contemplaron el bonito paisaje.
Después de algunos minutos, el Sabio le dijo al joven:
El dolor existe….
Pero el dolor depende de donde lo colocamos!
Cuando sientas dolor en ti ,debes aumentar el sentido de todo lo que está a tu alrededor.
Tenemos que dejar de ser del tamaño de un vaso y convertirnos en un lago grande, amplio y sereno.
Sin duda este es un mensaje para reflexionar, ya que nadie escapa a etapas donde la adversidad nos hace decaer, cuando sucesos anteriores no pueden ser revertidos o no estén en nuestras manos encontrar soluciones, lo que sí podremos hacer es aprender a manejar el dolor, reconociendo todo lo bueno que nos rodea, -aunque nos cueste-, tendremos que elegir entre quedarnos en el sufrimiento o trascenderlo, encontrando así el sentido de la vida, recordemos que somos responsables ante nosotros mismos.
Pensar de forma irracional nos hace sentirnos vulnerables. Los pensamientos irracionales nos llevan a ideas catastrofistas que nos impiden avanzar en nuestra búsqueda de la felicidad. Podemos enumerar todo un listado de ideas irracionales que pasan por nuestra mente de forma automática sin control sobre ellas, porque en el 90% de los casos no somos conscientes de que van pasando, pero sí que nos hacen mucho daño emocional.
Jamás permitas que algo pequeño como los sucesos que ocurren en el camino, puedan hacer que dejes de apreciar lo hermosa que es la vida y lo que hay a tu alrededor, siempre sé parte de este inmenso océano.
«El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional». -Siddhartha Gautama