Si tu madre está viva, bendícela con amor porque ella es la raíz más honda de tu existencia y el manantial más alto de tu alma. Su presencia en tu vida es un regalo invaluable, un vínculo sagrado que trasciende el tiempo y el espacio. A través de sus cuidados y enseñanzas, te ha guiado desde tus primeros pasos y ha sido testigo de tu crecimiento, tus alegrías y tus desafíos. Cada gesto de amor que le dedicas es un tributo a la inmensidad de su amor maternal.
Si tu madre ya no está, bendícela con amor, porque ella es tu antena entre la tierra y el cielo y la voz más pura que habla en tu corazón. Aunque físicamente pueda no estar presente, su influencia y su amor perduran en tu ser. Sus palabras sabias y su ternura se mantienen vivas en tus recuerdos, y su legado se entrelaza con tu historia personal. Bendecirla con amor es una forma de honrar su memoria y mantener viva su presencia en tu vida.
Bendice a tu madre porque ella es la rama del árbol de donde desciendes y la lámpara del país a dónde vas. A través de la línea ancestral, su linaje fluye en tus venas, y su sabiduría ancestral se entrelaza con la tuya. Cada generación ha dejado una huella en ti, y tu existencia es el fruto de las semillas plantadas por tus antepasados. Reconocer su legado y honrar sus raíces es una forma de fortalecer tu identidad y conectar con tu propósito en este mundo.
Bendice a tu madre, porque ella es el avío de tu tránsito eterno, y está contigo en tu angustia, en tu amor y en tu esperanza. En cada paso que das, en cada sueño que persigues, su amor incondicional te acompaña. A través de las risas y las lágrimas, ella ha sido tu apoyo más firme, tu refugio seguro en medio de la tormenta. Al bendecirla, le ofreces tu gratitud y reconocimiento por el amor inquebrantable que te ha brindado a lo largo de los años.
Bendice a tu madre en el día y en la noche, en las horas adversas y en las horas felices. No importa el momento, su presencia y su amor siempre están presentes en tu vida. Cada bendición que le dedicas es un acto de amor que se eleva más allá del tiempo y el espacio, llegando a un lugar donde las palabras no pueden expresar completamente el profundo significado de tu gratitud.
Al bendecirla con amor, trasciendes las limitaciones de la materia y te conectas con lo divino. Tu corazón se eleva en una plegaria silenciosa, y en ese instante, la presencia de lo sagrado se hace tangible en tu vida. No importa si la consideras buena o mala, según tus altas expectativas. Nadie puede dar lo que no tiene. Cada madre es un ser humano con sus propias virtudes y limitaciones. Reconocer su humanidad y aceptarla tal como es, con amor y comprensión, es una forma de liberarte de juicios y expectativas poco realistas. En lugar de buscar la perfección, abraza su autenticidad y valora su amor incondicional.
Nadie nace sabiendo ser madre. Cada mujer hace lo mejor que puede en ese momento concreto de sus vidas, según la madurez y nivel de conciencia en esa etapa maternal, según el amor o daño que recibió de sus propias madres. Comprender que cada madre es única en su proceso y que ha enfrentado desafíos y aprendizajes propios te ayuda a cultivar empatía y compasión hacia su experiencia.
Eres su huella innegable en la tierra. Si sanas, sanas tu linaje futuro y pasado. Rompes el círculo. Al liberarte de patrones heredados y sanar las heridas del pasado, creas una nueva historia para ti y para las generaciones venideras. Te liberas y liberas a todas las mujeres de tu sangre. Al sanarte a ti misma, estás sanando las heridas ancestrales que han sido transmitidas de generación en generación. Al romper el círculo de patrones negativos, abres el camino para que las futuras generaciones puedan vivir con más amor, comprensión y libertad.
Honra a la mujer que te dio vida y bendícela con amor. Su rol como dadora de vida es sagrado y único. A través de la bendición, le envías amor y luz, reconociendo todo lo que ha hecho por ti y todo lo que representa en tu existencia. En cada acto de amor y gratitud hacia tu madre, estás sembrando semillas de amor en tu propio corazón y en el corazón del mundo. Esa energía amorosa se expande y crea una red de amor que envuelve a todos aquellos que se cruzan en tu camino.
Recuerda que el amor es una fuerza poderosa que trasciende el tiempo y el espacio. Al bendecir a tu madre con amor, estarás tejiendo hilos de amor y gratitud en el tejido de la vida, creando una conexión sagrada que perdura más allá de los límites de lo físico. Y así, en cada acto de amor y gratitud, estarás contribuyendo a la expansión del amor en el mundo y a la creación de un futuro más amoroso y compasivo para todos.
«El amor que ofreces a tu madre se expande y llega a tocar a todas las personas que te rodean».
Por Aleja Bama