Las heridas emocionales de la infancia pueden tener un impacto duradero en nuestras relaciones de pareja, donde a menudo, el niño interior herido gobierna tus relaciones de pareja. Estas heridas representan experiencias traumáticas, eventos dolorosos o patrones disfuncionales de crianza que dejan una huella profunda en la psicología de una persona. Incluyen la negligencia emocional, el abuso físico o verbal, el divorcio de los padres, la falta de afecto o apoyo, entre otros aspectos.
Todos hemos crecido con necesidades no resueltas en la infancia, estás necesidades hoy buscan ser resueltas y las personas con las que las proyectamos más son la pareja. El niño se manifiesta de dos formas una manera libre, donde una parte de ti es cariñoso, divertido, tierno, como un niño amoroso y divertido y la otra parte es un niño herido que busca cerrar lo que quedó inconcluso en la infancia.
Cuando hablamos del «niño interior herido«, nos referimos a una parte interna de cada adulto que retiene esas heridas emocionales y las emociones asociadas con ellas. Este niño interior es la parte vulnerable y emocional de nosotros mismos que a menudo queda relegada al subconsciente, pero que puede resurgir en nuestras relaciones de pareja de diversas maneras.
Las relaciones de pareja son un reflejo de nosotros mismos. En ellas, proyectamos nuestras emociones, deseos, necesidades y heridas. Por eso, si tenemos heridas emocionales del pasado, es probable que estas se manifiesten en nuestras relaciones de pareja de alguna manera.
Cuando el niño herido toma el control en las relaciones de pareja, puede dar lugar a varios patrones de comportamiento disfuncionales:
En tus relaciones de pareja en la vida adulta, a menudo te encuentras reviviendo o repitiendo patrones de comportamiento, dinámicas o situaciones que se asemejan a experiencias que viviste durante tu infancia. Esto puede deberse a que las experiencias de la infancia, especialmente aquellas que fueron emocionalmente significativas o traumáticas, pueden dejar una marca en tu psicología y afectar la forma en que te relacionas con otros en el futuro.
Por ejemplo, si una mujer en su infancia experimentó la falta de amor o atención de su padre, lo que la lleva a buscar inconscientemente a hombres que reflejan esa falta de amor en su vida adulta. Estos hombres a menudo tienen problemas de adicción o están emocionalmente distantes, lo que puede hacer que la mujer se sienta atraída hacia ellos en un intento de «arreglar» o «cambiar» al hombre, tratando de obtener el amor y la atención que no recibió en la infancia.
Sin embargo, este patrón puede ser destructivo, ya que la mujer puede terminar sacrificando su propia salud emocional y bienestar en el proceso, tratando de satisfacer las necesidades no resueltas de su niñez a través de la relación de pareja. Esto es un ejemplo vívido de cómo las representaciones de la infancia pueden influir en las elecciones y dinámicas en las relaciones de pareja en la vida adulta.
El comportamiento del «niño herido» en situaciones de relaciones de pareja puede variar según las experiencias personales y las heridas emocionales específicas de cada individuo. Sin embargo, en general, el «niño herido» a menudo busca o pide cosas como:
Mirar al niño interior herido es esencial para superar los problemas de pareja relacionados con las heridas emocionales. Esto implica:
Cuando el niño herido gobierna tus relaciones de pareja, es una señal clara de que hay heridas emocionales no resueltas que necesitan atención y sanación. Reconocer este patrón es el primer paso hacia la transformación. Al mirar hacia adentro, enfrentar esas heridas con amor y compasión, y trabajar en el crecimiento personal, puedes liberarte de las cadenas del pasado. Deja que tu adulto interior tome el timón, permitiendo relaciones de pareja más saludables y amorosas.
«La curación comienza con la aceptación y la comprensión de nuestras propias heridas. Solo entonces podemos ayudar a otros a sanar las suyas».
Por Aleja Bama
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