Rodolfo Enrique Cabral Camiñas, más conocido como Facundo Cabral, argentino de nacimiento, fue un poeta de la vida, conocido y admirado por sus anécdotas, relatos y andanzas. En 1996, la Unesco lo declaró «mensajero mundial de la paz», y en el 2008 fue nominado al Premio Nobel de la Paz. Famoso internacionalmente por su canción «No soy de aquí ni soy de allá», dejó para el recuerdo su música, una mezcla de canción, protesta y reflexión.
¿Se han preguntado alguna vez de dónde salió aquella frase muy conocida del compositor: “No soy de aquí ni soy de allá?» Pocos saben la historia que tiene que ver con un sentimiento tan noble y tan poderoso similar al amor que es el perdón. A continuación, un hermoso relato de una parte importante en la vida de Facundo Cabral que nos hará reflexionar.
El regalo de perdonar a papá
El padre de Facundo Cabral se fue de casa antes de que este naciera. Luego Sara, la madre de Cabral, fue echada junto a sus pequeños hijos, y Facundo no tuvo un techo donde nacer, de ahí lo de “No soy de aquí ni soy de allá”. Nació en una de las calles de La Plata, como presagio de lo que más adelante la vida le depararía: sinsabores, lucha y mucho aprendizaje, como preparando al gran apóstol musical para un camino que ni su absurda muerte detendría.
Una noche, tras terminar un concierto, Facundo con 46 años encima, se llevó una gran sorpresa, en el pasillo lo esperaba su padre. “Lo reconocí porque era igual a la foto que mi madre siempre había guardado, pero con el pelo cano. Lo reconocí en el acto porque siempre vi esa foto”, contaba Cabral. “Mi padre era muy apuesto. Todo lo contrario a mí, era muy elegante. Estaba allí y me quedé congelado”.
Este era el primer encuentro con su padre, ¿se imaginan la tormenta de emociones, pensamientos y nervios que azotaban dentro de aquel hombre que paseaba su música por el mundo pregonando la paz, el perdón y el amor? ¿Qué hacer?
Un día Cabral dijo sobre su padre: “Mi padre agotó el odio que había acumulado en mí, lo odié profundamente, había dejado sola a mi madre con siete hijos. Murieron cuatro de hambre y frío. Tres sobrevivimos de milagro”. Y ahora estaba frente a él, con todo el derecho de decirle lo que su corazón guardaba. En ese momento, el recuerdo de las palabras de su madre retumbaron en su cabeza:
“Vos que caminás tanto, algún día te vas a encontrar con tu padre. ¡No cometas el error de juzgarlo! Recuerda el mandamiento: honrarás al padre y a la madre. Segundo, ese hombre que vas a tener enfrente es el hombre que más amó, más ama y más ha amado tu madre. Tercero, lo que corresponde es que le des un abrazo y las gracias porque por él estás gozando las maravillas de Dios en el mundo”.
El desenlace de este encuentro lo cuenta el mismo Facundo: “Por eso cuando vi a mi padre nos acercamos, nos abrazamos y fuimos grandes amigos hasta el final de sus días. Aquella vez me liberé, dije: ‘Mi Dios, qué maravilloso es vivir sin odio’. Me costó años perdonar y pude hacerlo en un segundo. Y me sentí tan bien”.
Es posible que seas de las personas que ni siquiera conoció a su padre, que seas de los que llaman «padre» a otro hombre, o que no sepas quién fue tu padre, solo recuerda que que «la mitad del mundo existe para ti por él», se lo dijo a Facundo Cabral su madre.
Facundo Cabral heredó el amor incondicional, seguridad y cariño de su madre, Sara, quien siempre lo apoyó y lo incitó a no juzgar a su padre sino a perdonarlo el día en que llegaran a encontrarse sin importar cuándo. Esa simple huella de su madre impactó su vida para siempre.
El no decir a los hijos como es el padre que los abandonó, no se trata de mentir, se trata de cuidar el corazón y la futura vida de los hijos. El silencio es apropiado cuando la verdad lastima y no construye. Es importante entender este punto, cuando una pasa por esta situación muchas veces puedes desear que a esa persona -la que fue tu pareja y en algún momento amaste- no le vaya bien.
Priorizar la salud mental de los hijos, los valores, la moral; puede ser el mejor regalo que se les pueda dar. No sería justo marcar la vida de un niño, solo por los errores de los padres y del propio dolor como mujer y como madre. Los hijos no son los responsables de cargar con el «error» del abandono de su padre.
Por eso se cuenta en el relato que el encuentro que tuvo Facundo Cabral con su padre, lo marcó para siempre, cambió su rencor por perdón. Perdón que lo llevó a vivir una vida plena, en paz y sin odio. “El perdón es tan noble y poderoso como el amor”, hermosa frase para que se quede solamente en simples palabras, sino para que podamos aplicarla.
“Perdona a todos y perdónate a ti mismo, no hay liberación más grande que el perdón; no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza, y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica (agotadora y vana tarea), que te hace juez y cómplice de lo que te disgusta”. ―Facundo Cabral