Los hijos esponja, hijos psicólogos o hijos contenedores emocionales han venido a contener y asistir todo el llanto y quejas de su familia. Familias donde el drama, el llanto, la victimización son protagonistas.
Todos sus miembros hablan sus dramas frente al niño como si el niño no existiera, como si no fuera importante, como si el niño no entendiera o no comprendiera una sola palabra. Muy alejado de la verdad, los niños comprenden todo. También ocurre que el adulto utiliza al niño como confidente, que sepa con detalles todo del drama interno que este lleva y busca consuelo en el niño.
Neurológicamente, emocionalmente no está en condiciones de apoyar los dramas de sus padres, se genera un gran daño cuando hacemos esto, se está quebrando el orden de jerarquías que dice:» Los padres deben proteger a sus hijos y no al revés».
Un niño jamás debe sostener anímicamente a sus padres, es solo un niño.
Este orden donde se mantiene la salud de dinámica relacional, está presente en todo el reino animal. ¿Alguna vez vieron a un cachorro perrito proteger a su madre? Pues la respuesta es no. Pedir, insinuar que nuestros hijos nos contengan, nos protejan es quebrar la jerarquía del amor. En el reino animal somos los adultos humanos los únicos que rompemos esa armonía.
Esto sucede cuando los padres no están preparados emocionalmente para ser mayores, aún son seres inmaduros, niños en cuerpos de adultos, van pidiendo lo que no le dieron sus propios padres de forma desplazada a sus propios hijos.
Cuando se le pide a un niño protección lo estamos debilitando, esto hace posible que llegue a su vida adulta sin herramientas para valerse por sí mismo, estamos rompiendo el amor en un nivel muy profundo de su mente y corazón.
Se está robando energía de vida y se le está quitando años en la vida de los niños
El niño siente y arrastra un sentimiento durante toda su vida que es: «Mis papás no me protegieron, en cambio yo tuve que protegerlos a ellos». Esto representa la primera depredación hacia el infante y el primer drama.
¿En qué tipo de familia sucede esto?
Se caracteriza en familias sumamente débiles, con adultos emocionalmente inmaduros, depresivos, inestables, inseguros, conflictivos, donde no existe fuerza ni poder, todos se perciben a si mismos como víctimas. Estos niños en apariencia parecen maduros, resueltos, siempre listos para asistir los dramas de sus padres.
¿Puede ser un niño, maduro? No, eso es impuesto, no le queda otra opción que hacerse cargo de su madre, contenerla, alegrarla.
Estos niños se caracterizan por ser los payasos de su familia, tratando de alegrar y sacar adelante a los adulto de su familia. Niños enfermeros, tratando de cuidar, sanar a su familia neurótica. Terrible no? Cuando hacemos esto se está robando literalmente energía valiosa de exploración, estamos robando su infancia literalmente que no volverá…
Un adulto que habla con su hijo de sus problemas y le consulta que decisiones debe tomar es tóxico. El niño ante esta dinámica relacional no puede exponer sus necesidades, sus miedos. Ante tanta demanda de los mayores va silenciando su voz sus genuinas necesidades. Este tipo de padres piensan que compartiendo el dolor con sus hijos este desaparecerá y esto provoca que quede toda esa toxicidad atrapada en el niño, van envenenando de apoco a su hijo.
Conforme va creciendo este niño puede presentar sobrepeso, por tanto líquido que retiene en su interior, tantas lágrimas simbólicas acumuladas de su familia, tanto como propias. Puede ir presentando depresiones, claro, que nadie lo notará. En un hogar adultocentrico, centrado en sus propias necesidades, el niño no será prioridad, ni foco central de nadie.
Esos niños cuando se conviertan en adultos, se convertirán en personas miedosas, siempre preocupadas, tensas, siempre corriendo detrás de los problemas de sus familias de origen, descuidando la propia, a sus hijos, marido o esposa o su propia vida.
Van dejando sus sueños y deseos por su familia, son los enfermeros de la familia. Van Absorbiendo todos los problemas de su familia de origen y los vive como propios, descuida su vida, su realización. Asume como propio las limitaciones de su padres adultos no ancianos, adultos sanos pero inmaduros.
Lo ideal es que los hijos de este tipo de padres, puedan poner límites y si es posible, hacer algún tipo de terapia para que puedan encontrar el orden dentro de ellos mismos.
Cuando logran construir sus propias familias este tipo de hijos esponja, viven contemplando a su familia de origen, no pudiendo concentrarse en su pareja, en sus propios hijos, hasta llegar a descuidarlos. Se convierten en adultos débiles ante las distintas circunstancias de la vida. Enfermando a sus familias, perpetuando el amor desplazado. Sus hijos repiten la dinámica, la historia. Nadie mira dónde debe mirar, se perpetua el abandono.
¿Cómo nos liberamos de todas estas historias desordenada y poder comenzar a vivir nuestra vida con todo lo que eso conlleva?
Una opción podría ser realizando el árbol genealógico, identificar a quien estamos reparando. De quién estamos llevando la carga, identificar las emociones tóxicas que no nos pertenecen, honrarlas y devolverlas a quién le pertenece con amor.
Fuente: Danila del Universo está a mi favor