Vivir va más allá de tener un corazón latiendo y una entrada y salida de aire frecuente a nuestro cuerpo. Vivir implica experimentar la mayor cantidad de emociones, enamorarse, despecharse, crecer, caer, levantarse, arriesgarse. Cada uno de nosotros, tiene un regalo en sí mismo y pocos realmente pueden disfrutar como se debería de este milagro recibido.
Las mujeres en particular tenemos facilidad para complicarnos un poco más de lo necesario, a profundizar donde no hay cabida, a apegarnos y a fomentar relaciones de interdependencia, cosas que no nos hacen la vida más ligera, por decirlo de alguna manera.
Aquellas mujeres que logran entender el propósito de la vida y hacen lo posible por disfrutar de ella tienen algunas características comunes, que aquí las dejamos para que las recordemos y por qué no, las apliquemos a nuestras vidas si nos resulta conveniente.
No esperan que alguien les resuelva la vida: Se saben capaces de resolverse ellas mismas lo que sea necesario.
Están abiertas al perdón: Entienden el riesgo que todos tenemos de equivocarnos y les resulta más sencillo perdonar, antes de ir acumulando rencores.
No esperan mucho de los demás: Son receptivas a lo que los demás le ofrecen, sin tener mayores expectativas, lo cual les ayuda a apreciar a los demás por lo que son y no por lo que ellas desean que sean.
Se ríen de la vida: No se toman las cosas tan en serio, mantienen una actitud que les permite reír y encontrar el lado amable y chistoso aun a las situaciones de mayor controversia.
Disfrutan de dar: No definen su vida en función a lo que reciben, sino que el dar se convierte en un regalo para sus almas, donde el ver la sonrisa en los demás, provoca las propias sonrisas.
Son apasionadas: Aman lo que hacen, se esfuerzan en ser mejores que ellas mismas día a día, se retan y se impulsan. Defienden sus causas y a su vez tienen la humildad suficiente como para reconocer sus errores.
Son flexibles: Evitan esa rigidez que las desvía de la meta, no se frustran cuando algo no se da como quieren, sino que se adaptan y buscan otros caminos para llegar a donde quieren.
Son punto de apoyo: No son un problema para quienes le rodean, sino por el contrario, aportan soluciones, calidez, inyectan energía y repotencian a quien lo necesite.
Confían en su intuición: Tienen esa capacidad de esclarecerlo todo con solo cerrar sus ojos, como si vieran algo más allá desde su interior, como si alguien le “soplara” las respuestas.
Son multifacéticas: Pueden tener muchos roles sin colapsar, se potencian y dan lo mejor de sí en cada uno de ellos, buscando siempre el equilibrio que las permita mantener el centro.
Son proactivas: Antes de sumergirse en quejas e inconformismos, buscan la manera de cambiar aquello que no les resulte de su agrado, en los casos en los cuales no se pueda, procuran la aceptación antes de resistirse y desgastarse.
Se enamoran de ellas mismas, de la vida y después de quien consideren conveniente: Una vez que se aman a sí mismas, aprecian la vida como el milagro que es, tienen el criterio suficiente, así como la energía ideal para atraer a sus vidas la pareja con la mejor engrane.
Así que nos toca revisar algunos aspectos de nuestras vidas y quizás enfocar nuestras intenciones en amarnos, amar la vida, abrazar el presente y decirle sí a las oportunidades. Total la vida se trata justamente de disfrutarla y a veces es lo que menos hacemos, pero lo buenos será que siempre, cada segundo tenemos la oportunidad de agregar cosas que resulten beneficiosas y apartar todo aquello que nos ancle, nos limite o nos haga sufrir.
-Sara Espejo-
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