Amar sin perderse a uno mismo implica entender que el amor propio es el cimiento sobre el cual se construyen todas las demás relaciones. Es el amor que nos nutre, nos fortalece y nos impulsa a crecer. Es un amor que no se basa en la necesidad de ser validado por otros, sino en el reconocimiento profundo de nuestra propia valía.
Antes de buscar compañía, busca la plenitud en tu propia soledad. Aprende a divertirte contigo mismo, a amarte sin reservas y a sentirte completo. No dependas de nadie ni de nada para ser feliz, pues ya eres suficiente. Eres tu propio hogar.
Si alguien llega a tu vida, está bien, pero si no, también lo está. Acepta. Ahora te mueves como un maestro, no como un suplicante. Y aquellos que han abrazado su soledad con alegría, siempre se sentirán atraídos por aquellos que también viven su soledad con felicidad, porque «lo similar vibra con lo similar».
Cuando dos maestros se encuentran, maestros de su propio ser y de su soledad, la felicidad se multiplica. Se convierte en un fenómeno de celebración. No se juzgan entre sí, se comparten. No utilizan al otro, sino que se fusionan y disfrutan de todo lo que les rodea en la existencia.
A medida que te sumerges en la experiencia de estar contigo mismo y abrazas tu propia individualidad, descubres una libertad y una autonomía que te permiten explorar el mundo de una manera única. Te conviertes en tu propio guía y en el autor de tu propia historia. No buscas a alguien para completarte, porque ya te sientes completo por ti mismo. En lugar de depender de otros para tu felicidad, te conviertes en la fuente de tu propia alegría.
Cuando dos personas que han aprendido a amarse a sí mismas se encuentran, se crea una conexión especial. No se necesitan mutuamente para sentirse completos, sino que eligen compartir sus vidas por elección y no por necesidad. Esta unión se basa en la admiración y el respeto mutuo, y cada uno nutre el crecimiento y la felicidad del otro. Juntos, se apoyan en su camino de autodescubrimiento y evolución, celebrando la individualidad de cada uno.
El amor propio: Un viaje de autenticidad y empoderamiento
Cuando nos amamos a nosotros mismos, establecemos límites saludables y aprendemos a decir «no» cuando algo no nos sirve o nos hace daño. Nos valoramos lo suficiente como para rodearnos de personas que nos respetan y nos impulsan a ser la mejor versión de nosotros mismos. Nos liberamos de las expectativas y opiniones de los demás, y nos permitimos vivir de acuerdo con nuestras propias verdades.
Amar sin perderse a uno mismo implica cultivar una relación íntima y consciente con nuestras propias emociones. Nos permitimos sentir y procesar nuestras emociones sin juzgarnos ni reprimirlas. Aprendemos a escucharnos y a cuidarnos en tiempos de dificultad, brindándonos el apoyo y la compasión que necesitamos.
Es en ese amor propio que encontramos el coraje para ser auténticos y vivir de acuerdo con nuestras pasiones y propósitos. Nos atrevemos a perseguir nuestros sueños sin miedo al fracaso o a la desaprobación de los demás. Nos convertimos en creadores de nuestra propia felicidad y nos regalamos la libertad de explorar y experimentar todo lo que la vida tiene para ofrecer.
Amar sin perderse a uno mismo es un acto de amor revolucionario, porque cuando nos amamos y nos respetamos a nosotros mismos, estamos cambiando el paradigma de las relaciones. Estamos desafiando las expectativas y los roles preestablecidos, y estamos abriendo paso a conexiones auténticas y enriquecedoras.
Recuerda que amar sin apegos no significa evitar el compromiso o el amor profundo, sino más bien liberarte de las expectativas y las demandas que pueden limitar tu crecimiento personal. Se trata de encontrar un equilibrio entre el amor por ti mismo y el amor por los demás, permitiendo que ambas dimensiones florezcan en armonía.
«Amar sin perderse a uno mismo es encontrar el equilibrio entre dar y recibir, entre cuidar de los demás y cuidar de uno mismo».
Por Aleja Bama