el color de valorar

EL COLOR DE VALORAR

Dos amigas se encontraban tomando un café, hablando de los colores de sus vidas y una le comenta en tono de queja a la otra:

“Mi mamá me llama mucho por teléfono pidiéndome que vaya a conversar con ella y le comparta mis colores. Yo voy poco, y en ocasiones siento el color de la molestia con su forma de ser. Ya sabes cómo son los viejos: cuentan las mismas cosas una y otra vez, además, nunca me faltan compromisos: que el trabajo, que mi novio, que los amigos.”

“Yo en cambio…” – le dijo su compañera – “hablo mucho con mi mamá. Cada vez que tengo el color de la tristeza, voy con ella; cuando tengo el color de la soledad, cuando tengo colores tenues por los problemas y necesito el color de la fortaleza, acudo a ella y me siento mejor.”

“Caramba…” – se apenó la otra –“eres mejor que yo”.

“No lo creas, soy igual que tú” – respondió la amiga con tristeza –“visito a mi mamá en el cementerio. Murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo yo tampoco pasaba tiempo ni hablaba apenas con ella, pues prácticamente pensaba lo mismo que tú.

No sabes cuánta falta me hace su presencia, cuánto la echo de menos y cuánto la busco ahora que ha partido. Si de algo te sirve mi experiencia, habla con tu mamá hoy que todavía la tienes, valora con colores su presencia resaltando sus colores de virtudes que seguro las tiene, y trata de hacer a un lado sus colores equivocados que de una forma u otra ya forman parte de su ser.

No esperes a que esté en un panteón, porque ahí la reflexión del color de valorar duele hasta lo más profundo del alma, pues entiendes que ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente, será un hueco que nunca podrás llenar, no permitas que te pase lo que me pasó a mí.”

Mamá no hay sino una. Y tú ¿tienes el color de valorar?

Acerca de Aleja

"El trabajo sobre sí mismo está en no mirar, ni juzgar a los demás, sino comprender que todo lo que está a mí alrededor, está en mi interior".

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