A veces, durante el transcurso del día y con tantas actividades que realizar, se nos hace difícil mantener nuestra energía en buenos niveles. Pero, ¿sabías que puedes ser tú el causante de este problema?
Existe una serie de hábitos y comportamientos que adoptamos de manera común, que se convierten al paso del tiempo en agentes que menoscaban nuestra salud y nuestro equilibrio día a día.
1. El peso de las quejas.
Muchas personas han convertido en hábito el hecho de quejarse por prácticamente de todo. Cualquier razón o pretexto es suficiente para proferir la queja o el grado de insatisfacción ante algo o alguien. El desenlace de esta cadena de quejas es que acabamos, inconscientemente, centrando una gran parte de nuestra energía en localizar nuestro siguiente motivo de queja, algo que nos reporta pocas satisfacciones, lógicamente.
2. La desorganización.
Así es. El desorden continuo obstaculiza tu equilibrio, ya que el caos de tu hogar te obligará, por una parte, a invertir un precioso tiempo buscando aquello que deseas localizar y, por otro, tu cerebro permanecerá en un estado de incertidumbre todo el tiempo.
Esta desorganización implicará un cansancio extra cuando llegue el final del día. Otra pizca de energía que se nos va sin darnos cuenta. De ahí que sea recomendable que nuestro hogar esté limpio y ordenado para que todo fluya con facilidad.
3. Preocuparse sin motivo.
Adelantarse a los acontecimientos y añadir todo el abanico de posibilidades o consecuencias que nos puede dar una situación sólo añade estrés y ansiedad completamente innecesarios.
Cuando algo no ha sucedido todavía no tenemos por qué gastar tanta energía en preocuparnos, puesto que es probable que que esos efectos negativos finalmente no ocurran o no salgan como nosotros pensamos. Lo mejor, es centrarse en lo que sucede en el momento y enfrentarse a esas consecuencias cuando lleguen -si es que finalmente llegan-.
4. No dejes para mañana… lo que puedas hacer hoy.
El refrán popular viene como anillo al dedo para asociar otro de los agentes que más energía nos roban cada día. Así, aplazar tareas pendientes y acordarnos de que tenemos esos quehaceres en cola, es casi más extenuante para nuestro organismo que decidirse y ponerse manos a la obra. Menos tensiones.
5. Tener el valor de decir NO.
Hay muchas personas que, ya sea por hacer sentir bien a los demás, por pena o por miedo al rechazo, acaban con una torre infinita de tareas que les acarrea un gran cansancio, tanto físico como mental; pero, tu tiempo, es igual de valioso que el de los demás, por lo que deberías asegurarte de tener tiempo para ti, tus aficiones y tu familia. Igual de importante es descansar. A pesar del ritmo de nuestra sociedad actual hay que hacer también del descanso un hábito saludable.
6. Guardar rencor.
Los sentimientos de rencor y odio consumen nuestra energía lenta pero incansablemente. De hecho, si no nos libramos de ellos con los años pueden acabar desencadenando enfermedades, pues no olvidemos lo importante que es la salud mental.
Con ello, hay que ser resueltos, pasar página y tomar las decisiones pertinentes. Si nos equivocamos, debemos recordar siempre que nuestros errores forman parte del aprendizaje y cimientan la persona en la que nos convertimos.
-Sarah Romero-