ME ESTOY APAGANDO Y NADIE SE DA CUENTA

En un mundo lleno de sonrisas brillantes y apariencias engañosamente felices, a menudo nos encontramos con personas que ocultan su dolor más profundo detrás de una fachada impenetrable. Pasamos junto a ellos sin darnos cuenta de las heridas invisibles que llevan consigo, sin comprender la carga emocional que soportan en silencio. En nuestro afán por mostrar una imagen perfecta de nosotros mismos, nos hemos vuelto ciegos a las señales sutiles que revelan el sufrimiento interno de quienes nos rodean.

A continuación quiero compartir con ustedes un texto que nos invita a reflexionar sobre la importancia de ser conscientes de las señales ocultas de sufrimiento en los demás y a ofrecer apoyo y comprensión sin juzgar ni minimizar sus experiencias.

Me estoy apagando

Sigo llevando meses triste y nadie parece percatarse de mi dolor silencioso. ¿Cómo podrían notarlo si siempre me muestro sonriente, ocultando mi verdadera aflicción bajo una máscara de felicidad constante? Mantengo una apariencia radiante, pero por dentro, mi corazón está hecho pedazos.

Me pregunto cómo podrían darse cuenta de que estoy rota, cuando cada día me planto con firmeza y camino con determinación. A pesar de que mis piernas flaquean en cada paso, mantengo la compostura y sigo adelante, ocultando mis debilidades tras una apariencia de fortaleza inquebrantable.

Hace meses que he dejado de comer lo que realmente quiero, pero nadie parece notarlo. «Está haciendo dieta», piensan… Pero en realidad, mi apetito ha sido suprimido por la tristeza que consume mi ser. No se dan cuenta de la batalla interna que libra mi mente, ni de la forma en que mi cuerpo se debilita por dentro.

La gente va y viene, pasan a mi lado y se detienen frente a mí, pero siguen sin saber que estoy perdida, que mi mundo se detiene en un constante caos. Observan mi aparente normalidad, sin percatarse de que me estoy desmoronando en el interior, sin poder encontrar una salida.

Hace tanto tiempo que solo quiero refugiarme en mi cama, donde las lágrimas brotan en abundancia, más allá del simple llanto. Parece que se derrama un océano de dolor y desesperanza, pero nadie es consciente de la tormenta emocional que atravieso en cada momento de soledad.

O tal vez, en el fondo, algunos sí saben lo que estoy pasando, pero prefieren no decir nada. Quizás piensen que es algo pasajero, que con el tiempo se disipará por sí mismo. Pero yo sé que esta tristeza me está ahogando, aunque mantengo la esperanza de que algún día llegará el alivio, tarde o temprano.

La tristeza no solo se manifiesta en lágrimas visibles, sino también en los brincos disfrazados de sonrisas. Juego el papel de una persona feliz, ocultando mi dolor detrás de una apariencia alegre. La tristeza se disfraza de alegría y juega con el mundo a su antojo, confundiendo a aquellos que me rodean y ocultando mi verdadera lucha interna.

Estoy llorando sin lágrimas en los ojos, gritando en silencio con la boca cerrada. Cometo el peor de los homicidios, el asesinato de mi propia felicidad, mientras caigo al precipicio de la desesperación, anhelando desesperadamente ser salvada. A pesar de estar destrozada por dentro, sigo ayudando a los demás, dando todo lo que puedo aunque me esté consumiendo lentamente.

Hace mucho tiempo que me estoy apagando y nadie parece darse cuenta. Mi brillo interior se desvanece mientras me esfuerzo por mantener una fachada de normalidad. Mi luz se desvanece lentamente, y a medida que la oscuridad se apodera de mí, anhelo desesperadamente que alguien se dé cuenta

Hace mucho que me estoy apagando y nadie se da cuenta.

Es hora de despertar nuestra empatía, de abrir los ojos a la realidad de que el sufrimiento no siempre se muestra en lágrimas visibles y expresiones de tristeza evidente. Necesitamos comprender que el dolor también puede disfrazarse de sonrisas falsas y palabras amables. El poder de la empatía radica en nuestra capacidad de percibir y comprender el dolor invisible de los demás, de ver más allá de las apariencias y brindar un apoyo genuino.

Si te sientes identificado o identificada con el texto y atraviesas una situación similar, quiero ofrecerte un consejo valioso: no tengas miedo de pedir ayuda y buscar el apoyo que necesitas. A menudo, nos preocupamos por mantener una fachada de fortaleza y felicidad, pero es importante recordar que todos tenemos momentos de debilidad y vulnerabilidad.

Buscar apoyo no es señal de debilidad, sino de valentía y autocuidado. Comparte tus sentimientos con alguien en quien confíes, ya sea un amigo cercano, un miembro de la familia o un profesional de la salud mental. Permitir que otros conozcan tu dolor puede allanar el camino hacia la sanación y el alivio emocional.

Recuerda que no estás solo en tus luchas internas. Muchas veces, las personas que nos rodean pueden estar más dispuestas a escuchar y brindar apoyo de lo que imaginamos. Permítete sentir, buscar ayuda y cuidar de ti mismo. Hay luz al final del camino, y con el tiempo y el apoyo adecuado, puedes encontrar el equilibrio y la paz que tanto anhelas.

«No tengas miedo de mostrar tus heridas. Es a través de la vulnerabilidad que encontramos la fuerza para sanar».

Por Aleja Bama