Le preguntaron a un Maestro cuál era la diferencia entre la química y la alquimia en las relaciones de pareja y contestó estas hermosas y sabias palabras:
- Las personas que buscan química son científicos del amor, es decir, están acostumbrados a la acción y a la reacción. Las personas que encuentran la alquimia son artistas del amor, crean constantemente nuevas formas de amar.
- Los químicos aman por necesidad. Los alquimistas por elección.
- La química muere con el tiempo, la alquimia nace a través del tiempo.
- La química ama el envase. La alquimia disfruta del contenido.
- La química sucede. La alquimia se construye.
- Todos buscan química, solo algunos encuentran la alquimia.
- La química atrae y distrae a machistas y a feministas. La alquimia integra el principio masculino y femenino, por eso se transforma en una relación de individuos libres y con alas propias, y no en una atracción que está sujeta a los caprichos del ego.
En conclusión, dijo el Maestro mirando a sus alumnos: La alquimia reúne lo que la química separa. La alquimia es el matrimonio real, la química el divorcio que vemos todos los días en la mayoría de las parejas.
Sabias palabras a través de las cuales podemos diferenciar entre lo tangible y lo sublime, lo temporal con lo trascendental dentro del marco de las relaciones amorosas. Si por lo menos teóricamente, tenemos claras algunas definiciones y diferencias, podemos establecer un norte y en la práctica trabajar por construir nuestra “alquimia” en nuestras relaciones.
La química siempre será importante en las relaciones y puede determinar las probabilidades de éxito e inclusive de ocurrencia de una relación, pero si no fomentamos la esencia, lo fundamental, lo que nos conecta más allá de nuestros cuerpos, probablemente nos encontremos vacíos e intentando revivir sensaciones en lugar de sentimientos.
Comencemos construyendo la alquimia con nosotros mismos, que la relación con nosotros sea la primera que sanemos y que a partir de allí, desde un verdadero amor propio, irradiemos amor al resto del mundo, dándole la importancia a nuestros seres amados que se merecen, desde el mejor sitio desde donde podemos amarlos, desde un Yo pleno y satisfecho por sí mismo, desde la mejor versión de nosotros mismos.
Comencemos a construir relaciones conscientes, pues la química siempre nos hará desgastar el amor, mientras la alquimia siempre nos acariciará desde adentro. Que todas nuestras relaciones sanen.
Fuente: Rincón del Tibet