Conócete, descúbrete, acéptate, valórate y admírate. Aprende a reírte de ti misma! Mira en el espejo la mujer que eres, no la que sólo existe ante los ojos de quienes no reconocen tu gran valía.
Si tienes que elegir, elígete siempre, no como un acto de egoísmo, sino como un acto de valentía y amor propio pues sólo quien se ama a sí mismo es capaz de amar a los demás.
Crea límites sanos, di “no” cuando quieras, eleva tu voz aunque tiembles por completa; eres más fuerte de lo que crees! No eres una princesa en un mundo color rosa, eres una guerrera en un mundo de matices.
Lucha por aquello que quieres en tu vida y saca de ella todo lo que atente contra tu dignidad y paz. No permitas que ninguna persona o situación te etiquete o defina; eres quien eres y punto. Bueno, de hecho eres mucho más, eres la mujer que puedes llegar a ser, tu mejor versión, la mujer que el Señor creó para Su gloria y por amor.
Estás en un constante crecimiento, eres poseedora de hermosos dones y virtudes, algunos de ellos aún por ser despertados! Asume cada amanecer como una nueva oportunidad para crecer!
No cargues pesos innecesarios, no lleves sobre tus hombros cargas que no te pertenecen, aprende a identificar tus cruces. Elimina ya de tu vida todo lo que te hunde, lo que te arrastra, lo que te lleva al abismo.
Eres dueña de ti. No eres un objeto. No eres las palabras que te han herido ni los golpes que te han propinado. No eres tu pasado ni tus errores. No eres un fracaso. No eres nada que te haga sentir inferior. Corta desde ahora y para siempre con todo lo que te provoque tristeza, dependencia e infelicidad.
Deja atrás las culpas, los arrepentimientos y los temores porque ellos no te permiten abrazar, respetar y disfrutar tu esencia.
Recuerda: Ámate, mujer; eligete siempre. Te harás compañía por el resto de tu vida!
-Selene Mota-