UN ABRAZO A LA NIÑA QUE FUI

UN ABRAZO A LA NIÑA QUE FUI

El pasado puede ser un lugar complicado para navegar, especialmente si hay heridas que aún no se han sanado. Muchas veces, sin saberlo, llevamos dentro de nosotros mismos el dolor y las experiencias traumáticas de nuestra infancia, afectando nuestra vida diaria en el presente. La idea de abrazar a la niña que fuimos, de aceptarla y de sanar sus heridas, puede parecer una tarea abrumadora. Pero, ¿qué pasaría si nos tomáramos el tiempo para conectarnos con esa niña interior, para honrar su dolor y para abrazarla con compasión y amor?

En la vida, cargamos con heridas y traumas que provienen de nuestra infancia y que aún nos afectan como adultos. Tal vez nos cuesta relacionarnos con los demás, nos sentimos inseguros, nos saboteamos a nosotros mismos o nos cuesta encontrar nuestra felicidad. En esos momentos, puede ser útil volver la mirada hacia nuestra niña interior, hacia esa parte de nosotros mismos que aún alberga la inocencia, la curiosidad y la alegría de vivir.

Cuando abrazamos a la niña que fuimos, estamos abrazando también al adulto que somos hoy. Todos llevamos dentro de nosotros a esa niña o niño que fuimos, con sus alegrías, tristezas, miedos y sueños. A veces, sin embargo, nos olvidamos de ella o la ignoramos, y es en esos momentos en los que perdemos una parte importante de nosotros mismos.

Es importante recordar a esa niña o niño que fuimos, y abrazarla con cariño y compasión. Quizás hubo momentos difíciles en su vida, situaciones en las que se sintió sola, asustada o incomprendida. Abrazar a esa niña o niño que fuimos es una forma de validar sus sentimientos y experiencias, y de reconocer que lo que vivió tuvo un impacto en quiénes somos hoy.

También es una forma de conectarnos con nuestra esencia y nuestros valores más profundos. La niña o niño que fuimos tenía sueños y anhelos, y quizás algunas de esas aspiraciones todavía resuenan en nosotros hoy. Al abrazar a esa niña o niño, podemos reconectar con nuestros verdaderos deseos y metas en la vida.

A continuación quiero compartir con ustedes una carta a la niña que fui, con el deseo de que les sea de ayuda y de que, juntos, podamos seguir creciendo y sanando.

Carta a la niña que fui

Querida niña que fui:

Hoy, en este momento, quiero detenerme y abrazarte. Quiero abrazar a esa niña que fui y que tantas veces se sintió perdida, sola y confundida. Quiero decirte que estás a salvo, que todo va a estar bien, que aunque hayas vivido momentos difíciles y dolorosos, eres una persona fuerte y capaz de superar cualquier obstáculo y que siempre estaré aquí para cuidarte.

Recuerdo cuánto te costaba entender el mundo a tu alrededor. Las preguntas que tenías sin respuesta, el miedo que te invadía a veces y la tristeza que te hacía sentir pequeña e indefensa. Pero quiero que sepas que eso no te define. Quiero decirte que no estás sola, que siempre habrá personas dispuestas a escucharte y a ayudarte en todo lo que necesites. Sé que a veces te has sentido incomprendida, que has sentido que nadie te entiende, pero quiero que sepas que eso no es verdad. 

No te preocupes tanto por el futuro, por lo que pasará mañana. Disfruta del presente, vive cada día al máximo y haz lo que te haga feliz. Sé que a veces te sientes abrumada por las responsabilidades y las preocupaciones, pero recuerda que eres una niña, que todavía tienes todo el tiempo del mundo para descubrir tus pasiones y tus sueños.

Te abrazo con todo mi corazón y te prometo que siempre estaré aquí para ti. Para protegerte, para guiarte y para recordarte que eres una persona valiosa, digna de amor y respeto. No dejes que nadie te haga sentir lo contrario. Espero que este abrazo te haga sentir amada y protegida, que te haga sentir que no estás sola. Quiero que sepas que siempre estaré aquí, en el presente, cuidando de ti y apoyándote en todo lo que necesites. 

Con todo mi amor,

La persona que eres hoy.

Abrazar a la niña que fuimos es un acto de amor propio y un reconocimiento a la persona que somos hoy en día, gracias a todas las experiencias que hemos vivido. Así que te invito a cerrar los ojos, respirar profundo y abrazarte a ti misma, a esa niña que una vez fuiste, con amor, compasión y gratitud por todo lo que has superado y todo lo que te ha llevado hasta dónde estás ahora. Recuerda que eres fuerte, eres valiente y mereces todo el amor y la felicidad que la vida tiene para ofrecerte. ¡Un fuerte abrazo a la niña que fuiste!

«Debemos aprender a cuidar de nuestra niña interior porque ella es la única que realmente sabe lo que nos duele y nos hace felices».

Por Aleja Bama

Acerca de Aleja

"El trabajo sobre sí mismo está en no mirar, ni juzgar a los demás, sino comprender que todo lo que está a mí alrededor, está en mi interior".

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