Una persona que no desea ser ayudada es una persona llena de dolor. Está profundamente hundida en su propia pena, tan hundida que se ha acostumbrado a estar ahí y no desea salir.
Su identificación con su «yo físico-mental-emocional» (ego) es tan grande y tan fuerte que no puede ver más allá, no sabe ver más allá. Esta persona tiene una gran falta de autoestima y confianza.
Cuando alguien no se quiere a sí mismo, es muy difícil ayudarle y más aún cuando no confía. Está totalmente cerrada en si misma, en su propio dolor, el cual necesita alimentarse de más dolor, es un pez que se muerde la cola… es muy difícil salir de ahí, pero hay una manera de poder ayudarle:
Esta persona lo que realmente está pidiendo es amor, está pidiendo ser amada, ser respetada, ser valorada, ya que su propia baja autoestima y su desconocimiento de su verdadera esencia son las causas de su «enfermedad».
Pero no podemos decirle que no se ama, que está hundida en su dolor, que no se conoce a sí misma, porque no comprende, y al no comprender, se cerraría aún más en su propia pena.
Pasado un tiempo, esa persona verá paz y calma en nosotros, y eso le provocará confianza. Al tener más confianza, su corazón se irá abriendo poco a poco… pero nosotros hemos de seguir manteniéndonos en silencio, en estado de presencia. Y si hemos de decirle algo, siempre con mucho respeto y amabilidad… el amor es sanador.
Puede ser que la persona tarde mucho tiempo en lograr abrirse a nosotros y confiar plenamente, esto depende de la persona, pero cuando llegue el momento en que se abra a nosotros, estaremos dispuestos a escucharla.
En la fase de escuchar, hemos de estar muy preparados, ya que la persona sacará todo su dolor. Lo puede sacar en forma de ira, o culpándote a ti, o en forma de orgullo negativo, así es la confianza. Habrá momentos en que te atacará, te ofenderá y te gritará, pero tú sabrás que no es ella la que habla sino su propio dolor, así que tú sigues permaneciendo en estado de presencia y escucha.
Más adelante, puede ser que la persona se de cuenta de todo el dolor que lleva dentro, o puede ser que no, pero en ambos casos ya habrá una buena relación entre tú y ella.
El proceso de sanación es largo y requiere de mucha presencia, pues es tu propia energía (vibración) lo que está sanando a la otra persona, es tu propia paz interior, tu amor.
Debes ser muy fuerte para que no te dejes arrastrar por su dolor, ya que su energía tenderá a llevarte a ti hacia «abajo», hacia su dolor… por eso debes de permanecer muy consciente, muy alerta, en estado de presencia.
Esta experiencia es tan positiva para la persona que está sufriendo como para ti, es un aprendizaje, una «prueba espiritual» que te permite a ti estar más presente, más consciente, y por ende, lograr estados superiores de consciencia.
No podemos obligar a quien no desea ser ayudado, es importante respetar los procesos de cada uno.
Fuente: Camino al despertar
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