Carl jamás afirmó creer en un dios, pero si expresó que puede haber “algo que vive y permanece bajo el eterno cambio”.
Jung, probablemente también se refería al famoso “inconsciente colectivo” el cual fue la base sobre la que levantó su pensamiento ideológico. Esta idea consistía en todos aquellos símbolos y pensamientos colectivos que la humanidad ha compartido a lo largo del tiempo. Un territorio común en donde se encuentran nuestros miedos y fantasías que se han materializado por medio de leyendas, cantos y poemas de las culturas de todos los tiempos.
Capaz eso que “vive y permanece bajo el eterno cambio” sean aquellos ciclos de la vida que toda persona experimenta a lo largo de su vida. Estos principios y finales en un movimiento constante, el cual le da sentido a todo lo que puede habitar en nuestro contexto, pueden ser un agradable sueño o una pesadilla terrible, dependiendo de cómo decidamos manejarlo.
Es bastante seguro que has escuchado de la boca de tus padres, amigos o profesores acerca de los ciclos de la vida y de cómo cerrarlos. Esto consiste en la capacidad de concluir de una manera satisfactoria o pacífica una acción o un sentimiento en tu vida.
El ejemplo más claro de ello son las relaciones sentimentales: en el momento en que tu noviazgo se acaba estás cerrando un ciclo, no obstante, no siempre se cierra de la misma manera, puede ser agradable y terminar siendo amigos, o puede ser una desagradable separación.
En el momento en que te sientes triste, dolido, decepcionado y sigues pensando en otra persona, ya sea con anhelo o con odio, significa que no has logrado cerrar el ciclo que tuvo esa relación. Tanto en el amor como en todos los aspectos y situaciones de tu vida, siempre tendrás ciclos que abras y que tengas que mantenerlos en buen estado antes de concluirlos.
Carl Jung, por medio de su pensamiento filosófico y psicológico, colocó una serie de conceptos que puedes aplicar en tu vida cotidiana para aprender a dar por terminado un ciclo pendiente que aún te ronda como un fantasma con un asunto pendiente y que te impide seguir tu vida normalmente.
“Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca”. Este, es sin duda, el mejor ejemplo de incapacidad de cerrar un ciclo. Tener problemas es inevitable y a la vez bastante necesario para que cada día te vuelvas más fuerte y aprendas de los errores. Quien no es capaz de enfrentar y superar los miedos, probablemente le sea difícil encontrar respuestas adecuadas para resolver problemas.
De aquí viene una de las ideas más fuertes de su pensamiento: “Las personas hacen lo que sea, no importa lo absurdo, para evitar enfrentarse con su propia alma”. Darle muchas vueltas a un problema significa extenderlo al punto de llegar al instante en que ya no te quede de otra que enfrentarte con él.
Siempre va a ser mejor ser muy claro consigo mismo y con todos los demás para que llegues a una solución adecuada, la cual siempre ayudará a cerrar un ciclo de la mejor forma o al menos, de una manera valiente.
Si creías que los ciclos son solamente un tema personal, pues te equivocaste. Jung decía que “todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos”. Aprender lecciones que no te pertenecen es una buena forma de concluir ciclos. Los errores de los demás son una buena advertencia para evitar cometer los errores que cometen los demás.
“Yo no soy lo que me sucedió, yo soy lo que elegí ser” Jung cree que la capacidad de separarse del pasado es positivo para el progreso de la persona. Aceptar nuestro presente es un paso fundamental para cerrar ciclos y obtener paz mental.
En el momento en que tomas el problema del cuello y lo estrangulas de manera simbólica, nos dará la confianza de darnos cuenta de que nosotros mismos somos los que tenemos la posibilidad de cambiar aquello que tanto nos afecta.
En el momento en que no aprendas a cerrar ciclos, vivirás todo el tiempo pensando en algo o en que algo o alguien más son los que tienen el poder total sobre ti y tus decisiones.
Aprender a cerrar ciclos es complicado a la hora de enfrentarse a ello. Por otro lado, lo recomendable es no aferrarse a nada, aceptando que llega a tu vida y que puede quedarse o puede irse de un momento a otro, tener eso presente sin predisponerte pero estando bastante claro de que nada es para siempre y así podrás estar en paz con los demás y contigo mismo.
Fuente: Utópico