¿Te has percatado de que tu hijo espera que cada uno de sus deseos sea cumplido de inmediato? ¿Notas que muestra poca tolerancia a la frustración o que rara vez acepta un «no» como respuesta? Criar a un hijo puede ser un desafío, y en ocasiones, sin darnos cuenta, nuestras acciones pueden contribuir a comportamientos mimados.
La crianza de nuestros hijos no es una tarea fácil, para enseñarles a respetar y valorar lo que tienen, debemos establecer límites de manera firme. Sin embargo, esta firmeza a veces despierta sentimientos de culpa, ya que no queremos afectar emocionalmente a nuestros hijos. Esto puede llevarnos a adoptar un enfoque permisivo, debilitando nuestra autoridad.
Es comprensible que como padres deseemos evitar repetir patrones de crianza que experimentamos en nuestra propia infancia. Sin embargo, al intentar cambiar nuestro enfoque, a veces cometemos el error de no ser lo suficientemente firmes al reprender a nuestros hijos. Este comportamiento puede resultar en la crianza de niños mimados, malcriados y rebeldes.
Es crucial subrayar que cuando un niño muestra comportamientos de malcriadez, la culpa no recae en su personalidad o carácter, sino lamentablemente en la forma en que los padres lo están educando.
Indicadores que podrían sugerir que estás criando a un hijo mimado
Si bien la responsabilidad de criar a un hijo mimado recae en los padres, no deberían cargarse de culpa. Equivocarse es algo común y, al fin y al cabo, el propósito de este artículo es identificar estos errores para corregirlos.
1. Excesivos episodios de berrinches
El primer indicador que los padres deben observar es la frecuencia de los berrinches que presenta su hijo. Si bien es normal que los niños pequeños utilicen el llanto y los gritos para expresarse, cuando estos comportamientos persisten y se intensifican a medida que crecen, como llorar, patalear, gritar o romper objetos sin reservas, podría indicar que el niño está siendo mimado.
Por ejemplo, es posible que hayas presenciado en el supermercado a un niño que, con el objetivo de conseguir un dulce o un juguete, no cesa de patalear y gritar para llamar la atención de sus padres. Este tipo de reacciones son típicas de niños malcriados.
2. Insatisfacción constante
A pesar de los esfuerzos de los padres por proporcionar lo mejor a su hijo, ya sea en términos de juguetes, ropa, entretenimiento o educación, el niño mimado rara vez se siente satisfecho con lo que tiene. A menudo, su habitación estará abarrotada de juguetes que solo utiliza durante unos días, para luego abandonarlos o incluso romperlos.
Este tipo de niño muestra poca gratitud y agradecimiento por lo que se le proporciona. Las expresiones de «gracias» y «por favor» son escasas en su vocabulario.
3. Actitud demandante
Un niño mimado puede desarrollar una actitud demandante, esperando que sus deseos se cumplan de inmediato. Pueden sentirse enojados o frustrados si no obtienen lo que quieren de inmediato. Esta actitud puede persistir en la adolescencia y la adultez, creando desafíos en la adaptación a situaciones donde las cosas no van según sus deseos.
4. Habilidad manipuladora
El arte del chantaje emocional se convierte en la destreza de un niño mimado para conseguir sus deseos. Frecuentemente, recurre a tácticas manipuladoras con sus padres, expresándoles que no los quiere o incluso llegando al extremo de expresar odio. Incluso puede simular enfermedades para lograr sus objetivos.
Este tipo de niño tiende a no reconocer la autoridad de sus padres, desconoce los límites, las reglas y la importancia del trabajo en equipo en el hogar. Colaborar en las responsabilidades domésticas no está en su lista de prioridades, y siempre encuentra excusas para eludir las tareas que se le asignan.
5. Falta de responsabilidad
Los niños mimados a menudo carecen de una comprensión sólida de la responsabilidad. Pueden evadir las tareas cotidianas y las responsabilidades, ya que están acostumbrados a que los demás satisfagan sus necesidades. La falta de participación en las responsabilidades del hogar o en el cuidado personal puede indicar una crianza que no fomenta la autonomía y la responsabilidad.
6. Egocentrismo
El niño mimado orbita en torno a la creencia de que el mundo gira exclusivamente a su alrededor. Cuando siente que pierde la atención de sus padres o amigos, su comportamiento se vuelve rebelde, grosero y carente de empatía. El concepto de compartir no es parte de su naturaleza, ya que busca poseerlo todo para sí mismo y anhela ser el primero en cada situación.
Este tipo de niño no tolera la idea de perder, siempre busca ser el vencedor y destacar en todo, incluso a expensas de herir los sentimientos de los demás. No es partidario de aceptar errores propios y, en cambio, tiende a culpar a otros. Además, recurre un comportamiento egoísta y manipulador para conseguir lo que desea, sin comprender el valor del esfuerzo, la colaboración y el respeto hacia los demás.
7. Dificultad para aceptar límites
La imposición de límites es esencial para el desarrollo saludable de un niño. Los niños mimados pueden tener dificultades para aceptar reglas y límites, ya que no están acostumbrados a enfrentar restricciones. Esto puede manifestarse en desafíos constantes a la autoridad y la tendencia a ignorar las normas establecidas.
Identificar estos indicadores temprano puede permitir a los padres ajustar sus enfoques de crianza y fomentar un ambiente que promueva la independencia, la responsabilidad y el respeto hacia los demás.
8. Buscan una recompensa
La búsqueda constante de recompensas puede convertirse en una trampa en la crianza de un niño mimado. Algunos padres, para calmar los berrinches o comportamientos inapropiados, recurren a ofrecer recompensas como dulces o juguetes, creando una dinámica donde el niño realiza acciones esperando obtener algo a cambio.
Esta práctica puede llevar a que el niño condicione su comportamiento a la expectativa de recompensas materiales, generando un hábito poco saludable en la relación entre esfuerzo y gratificación. Es esencial fomentar la realización de tareas y comportamientos positivos por el valor intrínseco de hacer lo correcto, en lugar de depender de recompensas externas.
¿Qué hacer cuando se identifica que se tiene un niño mimado en casa?
Cuando se identifica que se está criando a un hijo mimado, es fundamental tomar medidas para corregir estos patrones de comportamiento y fomentar un desarrollo más equilibrado. Establecer límites puede ser un desafío para algunos padres debido al temor de generar emociones negativas en sus hijos. Sin embargo, es crucial abordar este tema para el desarrollo saludable de los niños.
- Reconocer la importancia de los límites: Explicar a los padres que los límites son fundamentales para el desarrollo emocional y social de los niños. Los límites proporcionan seguridad, estructura y enseñan responsabilidad.
- Comunicación abierta: Fomentar una comunicación abierta entre padres e hijos. La explicación clara de por qué se establecen ciertos límites puede ayudar a los niños a comprender mejor y aceptar las reglas.
- Ser coherentes: La consistencia es clave. Los límites deben aplicarse de manera coherente para que los niños puedan entender las expectativas y desarrollar un sentido de previsibilidad y seguridad.
- Adaptar los límites según la edad: Los límites deben ser apropiados para la edad del niño. Entender las capacidades y necesidades de desarrollo de cada etapa ayuda a establecer expectativas realistas.
- Aceptar emociones: Enseñar a los niños que está bien sentir emociones, pero que algunas acciones no son aceptables. Validar sus sentimientos mientras se establecen límites claros ayuda a equilibrar la expresión emocional con el respeto a las reglas.
- Buscar apoyo profesional: Si los padres encuentran dificultades persistentes para establecer límites, buscar la orientación de un profesional de la salud mental puede ser beneficioso. Un psicólogo infantil puede proporcionar estrategias adaptadas a la situación específica de la familia.
Es esencial recordar que establecer límites no solo es una práctica necesaria, sino también un acto de amor. Los niños necesitan estructura y guía para desarrollarse plenamente, y los límites proporcionan el marco necesario para ese crecimiento. Como padres, enfrentar el temor de generar emociones negativas al poner límites es una parte fundamental del proceso educativo. La consistencia, la comunicación abierta y el modelado de comportamientos deseados son herramientas poderosas para criar niños seguros y equilibrados.
En el viaje de la crianza, la paciencia y la adaptabilidad son aliadas valiosas. Reconocer que este proceso es continuo, lleno de aprendizaje mutuo entre padres e hijos, permite construir relaciones fuertes y saludables.
«Estamos formando las bases para adultos responsables, compasivos y seguros de sí mismos».
Por Aleja Bama