Para los padres, un hijo siempre será el centro de su vida, y la ciencia lo afirma. El papel de padre y madre no termina cuando los niños se vuelven adultos e independientes. Estamos programados por naturaleza para cuidarlos, sin importar la edad que tengan. Siempre aseguraremos su éxito, felicidad y salud, y nunca dejaremos de preocuparnos.
Quizá has pensado que cuando tu hijo se convirtió en adulto y formó su propia familia, tus preocupaciones y el estrés que te causaba al no ver a tu hijo feliz y realizado terminaría. Sin embargo, no es así del todo; probablemente hasta la fecha no logras conciliar el sueño por pensar en el bienestar de tu hijo.
Estudios muestran que los padres nunca dejan de preocuparse por sus hijos
Un estudio realizado por la Universidad Estatal de Pennsylvania confirmó que los padres realmente pierden el sueño preocupándose por sus hijos adultos. Mostró que esta preocupación no es excesiva, o algo que está en nuestra cabeza, sino que realmente es parte de nuestra naturaleza de crianza y permanece incluso después de que nuestros hijos crecen.
Amber J. Seidel realizó el estudio, que se centró en padres de hijos adultos. Los resultados muestran que incluso en la edad adulta, los padres siguen preocupados. Un resultado interesante, pero que al mismo tiempo no sorprendió ya que se sabe de la constante preocupación de los padres.
Cuando los hijos crecen
La mayoría de los padres buscamos de mil maneras distintas tener comunicación con los hijos, a pesar de que sean adultos, ya sea para apoyarlos económica o emocionalmente. Esto es debido a que su bienestar y felicidad es también la de uno mismo.
A los ojos de una madre, los hijos siempre serán pequeños, vulnerables e indefensos, por más que sean adultos. Sabemos por experiencia que la vida no es fácil y está llena de obstáculos, y por esa razón de alguna u otra forma deseamos facilitarles el camino para que ellos logren la dicha y felicidad.
Todo nos preocupa
Nos preocupamos por su estabilidad, ya sea económica o emocional a pesar de que sabemos que nuestros hijos han aprendido a independizarse y que son capaces de mantener a su familia, sin embargo, las madres y los padres nos preocupamos porque en sus empleos les vaya excelente, que desempeñen un buen trabajo y que no tengan problemas con los jefes o clientes. Sin embargo, debemos pensar que el nivel de estrés que nos provoca preocuparnos y dejar de dormir puede estar afectando nuestra salud, así que debemos dejar que ellos tomen las riendas de sus responsabilidades y de su propio camino.
Nos preocupamos por su salud a pesar de que sabemos que es casi imposible cuidar a los hijos cuando ellos son adultos e independientes, puesto que ya no son esos niños pequeños que podemos abrigar cuando hace frío o darles medicamento a las horas asignadas por el doctor; ahora ellos tienen que cuidar su salud por si solos. Sin embargo, debemos estar confiadas que los hijos no restarán importancia a su cuidado y que tomarán con respeto y seriedad el asunto de su salud.
Nos preocupamos por su estado emocional, ya que el estado anímico de un hijo es contagioso para una madre, si ellos están felices, tristes o agobiados, es casi seguro que nosotros también. Por ello, es que nos preocupamos por el bienestar emocional de los hijos. Nunca dejaremos de escucharlos, orientarlos, apoyarlos y encontrar soluciones a sus problemas, con tal de alegrarles la vida y hacerlos sonreír. Una madre hará hasta lo imposible para limpiar las lágrimas de sus hijos.
Nos preocupamos por sus sueños, ya que sentimos que la misión de los padres es ver a sus hijos conquistar sus propios sueños y anhelos, por tal razón es causa de preocupación, el cómo facilitarles el camino. Podemos hacer todo lo imposible para verlos felices, sin embargo, no hay manera de ser escritoras de sus destinos. Cada persona es un ser individual, que toma sus propias decisiones y forja su propio camino. Así que confiemos en las decisiones correctas o incorrectas que toman los hijos, al final de cuentas, ellos aprenderán de sus errores, y así podrán lograr alcanzar sus metas.
Podría seguir mencionando todas las cosas que a los padres nos preocupa, pero la finalidad es comprender que la enseñanza, valores y educación que recibieron desde muy pequeños fue la mejor, puesto que se puso todo el esfuerzo y amor incondicional.
¿La responsabilidad nunca termina?
Por lo que mostró el estudio, cuidar a los hijos adultos es una tarea agotadora. Los padres estaban agotados en brindar apoyo y las madres están constantemente preocupadas, incluso si ya no son responsables de mantenerlos. Los padres están muy conectados con la vida de sus hijos, quizás incluso más que con la vida sana. Para empeorar las cosas, Amber aconseja a los padres que sean conscientes del tipo de apoyo que ofrecen a sus hijos.
Los padres deben confiar en la capacidad de sus hijos para seguir adelante con sus vidas y permitirles tener sus experiencias y responsabilidades. Fomentar la independencia de los niños no significa escapar. Los hijos siempre estarán presentes, de lejos o de cerca, pero aliviarán la presión en su corazón y permitirán que sus hijos descubran el mundo por sí mismos. Esto es saludable.
Deja de preocuparte y confía en la capacidad que tienen tus hijos para enfrentarse a la vida. Recuerda, no me refiero a que dejes de apoyarlos, escucharlos o guiarlos; simplemente que aprendas a estar tranquila.