El rencor es un arma de doble filo, mientras sentimos un enfado profundo y persistente hacia otra persona, nos estamos haciendo daño a nosotros mismos. Es un sentimiento que te afecta a ti directamente, en cuerpo y alma.
El rencor surge cuando te sientes ofendido por las palabras o acciones de alguien y experimentas dificultades para perdonar, o al menos «dejar ir» ese amargo momento. Algunas personas creen que pueden deshacerse del rencor tomando venganza, puesto que así sentirán que se ha hecho algo de justicia, sin embargo, esto está bastante alejado de la realidad y una agresión solo va a generar más agresión a menos que alguien corte ese ciclo.
A continuación, les compartimos una hermosa lección de vida que te ayudará a entender la importancia de aprovechar lo bueno de los demás y no quedarnos con rencores o agravios, ya que de por si la vida es complicada como para ir recogiendo lo que la gente tira.
El rencor, una carga pesada para nosotros mismos
En un antiguo monasterio, el monje más sabio convocó a todos los aprendices a una reunión en el área de la cocina. A medida que fueron llegando los jóvenes, el maestro les fue entregando a cada uno un saco de lona desteñida. Cuando todos se colocaron alrededor de la mesa central el monje les dijo:
– Todos guardamos en nuestro corazón diversos rencores contra familiares, amigos, vecinos, conocidos, desconocidos y a veces hasta contra nosotros mismos. Busquen en el fondo de sus corazones todas las ocasiones en las cuales ustedes han dejado de perdonar alguna ofensa, algún agravio o cualquier acción que les haya producido dolor. Entonces tomen una de estas papas, escriban sobre ella el nombre de la persona involucrada y colóquenla en el saco que les di. Repitan esta acción hasta que ya no encuentren más casos en su memoria.
Acatando las instrucciones, todos fueron llenando poco a poco sus respectivos sacos. Al terminar el monje agregó:
– Ahora deberán cargar el saco que llenaron durante todo el día a lo largo de dos semanas, sin importar dónde vayan o qué tengan que hacer.
Pasado 15 días, el sabio volvió a reunir a los aprendices y les preguntó
– ¿Cómo se han sentido? ¿Qué les ha parecido esta experiencia?
– Es una carga realmente pesada, tal vez excesiva, respondió uno.
– Estoy cansado y me duele la espalda, respondió otro.
– No es tanto el peso, sino el olor nauseabundo que empiezan a emitir la papas que ya están podridas, replicó otro.
– Cuanto más pensaba en las papas, más me pesaban y más sentía ese desagradable olor, dijo un cuarto.
A lo que el maestro contestó:
– Pues bien, eso mismo es lo que pasa en nuestros corazones y en nuestro espíritu cuando en lugar de perdonar guardamos rencor. Al no perdonar a quién nos hirió, creemos que le estamos haciendo daño, pero en realidad nos perjudicamos a nosotros mismos. No sabemos si al otro le importa o no recibir nuestro perdón, pero lo que si es cierto es que el rencor que vamos acumulando a través del tiempo afecta nuestra autoestima, nuestra capacidad de vivir a plenitud, de amar, de ser felices y de desarrollarnos emocional y espiritualmente.
El rencor se convierte en una fuerte y desagradable carga que lamentablemente se va haciendo más pesada cada vez que pensamos en lo ocurrido. El rencor va secando nuestro corazón. Aprendamos a perdonar al otro aún si no se ha disculpado, aún si no se lo merece. No sabemos si ese perdón será de utilidad para el otro, lo importante es que con toda seguridad nos fortalecerá a nosotros mismos.
Conclusiones
Millones de personas en todo el mundo no son prudentes, y a ti seguramente re rodean muchas, así que comprende, esas personas dirán lo que sienten en el momento, sin medir las consecuencias emocionales o cargas pesadas donde avientan su ira o su dolor, pero es saludable recordar también que siempre depende de cada uno de nosotros aceptar o no lo que se nos dice.
Como bien dice el maestro a sus aprendices, cuando no perdonamos a quién nos hirió y guardamos ese rencor, lo que realmente estamos haciendo, es dañarnos a nosotros mismos y no a la otra persona porque probablemente no sepa lo que estamos sintiendo. Por ello, es conveniente eliminar el rencor de nuestro interior.
Si no logras cambiar las circunstancias, cambia de actitud. Nada es más importante que tu paz interior, independientemente de que la otra persona se haya disculpado o no, siempre será la mejor opción eliminar el rencor de nuestra vida para que no afecte nuestra autoestima y liberarnos para poder ser felices.
Es difícil perdonar, pero podrás hacerlo a medida que aumentes tu nivel de consciencia y te superes a ti mismo. Ahora está en tus manos liberarte de esa carga pesada que llevas contigo, o, por el contrario, seguir llevando a cuestas ese saco de papas como dice la historia. ¿Qué deseas hacer? No olvides que, perdonar es liberar a un prisionero, en este caso eres tú mismo y eso está en tus manos. Eliminar el rencor, te hará más libre.
Deja ir los malos recuerdos, los malos momentos y enfócate en tus proyectos y planes de vida. Eso hará que vayas bajando la carga de rencor.