En principio deberíamos ser buenos con cualquier persona que se cruza en nuestro camino, la bondad no es una característica que deba tener filtro de parte de quien la da, debería aplicarse prácticamente sin distinción a todos.
Sin embargo, es importante hacer un llamado de atención de quienes en nuestro entorno reciben lo mejor de nosotros mismos, y quienes reciben una gran parte de nuestro lado oscuro. Muchas veces somos particularmente amables con las personas equivocadas, con aquellas que no son recíprocas con nosotros, e inclusive con aquellas que no nos tienen en el mejor concepto y tratamos de demostrarles lo que somos para dejarles claro que tienen una idea equivocada de nosotros.
Mientras que por confianza, rutina o sencillamente desgaste, a quienes más le importamos le dejamos nuestras sobras de bondad e inclusive podemos darlos por sentado y no corresponderles con ningún tipo de afecto o una forma muy particular de querer.
Debemos aprender a apreciar a quien nos quiere, a valorar a quien nos dedica su tiempo, nos quiere cerca o sencillamente a quienes decidieron destinarnos una parte importante en sus corazones a nosotros, son éstas las personas que merecen de nosotros lo mejor, son ellas las que debemos tomar como prioridad, con las que debemos tener nuestra mejor sonrisa, aunque los ánimos no sean los mejores.
Muchas veces con las mismas personas que convivimos somos descorteces, fríos, estamos agotados para compartir, pero basta cruzar la puerta y encontrarnos con un vecino para mostrar nuestra mejor cara, interesarnos por su vida y tomarnos unos cuantos minutos de nuestro contado tiempo para averiguar por su vida, su familia y su opinión sobre algún tema trivial.
Mantener el equilibrio es crucial, es cierto que a medida que la confianza e inclusive el afecto crece tenemos la libertad de ser más libres con respecto a lo que somos, pero eso no debe nunca confundirse con desatención, con: si me quieres, debes hacerlo como soy, cuando podemos ser mejores con cualquier otra persona.
Luz para la calle y oscuridad para la casa, es un anillo que le va bien a muchos dedos, pero a ciencia cierta los que estarán cerca, con los que se cuenta realmente, a quienes le importamos, no son aquellos que solo conocen esa parte superficial, de aparente bondad y tolerancia que ven en nosotros, son justamente aquellos que a cuenta de que nos quieren muchas veces llegamos inclusive a despreciar o a ignorar.
Cultiva tus afectos, sé bueno con todos, pero en especial con quienes te quieren, ellos necesitan esa sonrisa, ese cuidado, ese amor… y sus demostraciones, no basta con que ellos estén en tu mente y hagas todo por ellos, si no eres capaz de hacerlos sentir queridos, cuidados y valorados. Tú más que nadie sabes a quien debes mostrarle interés atención, dedicarle tu tiempo y ver con ojos de cariño.
Si has estado descuidando a tus afectos básicos o sientes que no has sido justo en la repartición de lo mejor de ti, estás a tiempo de hacer la revisión correspondiente y darle los trozos más grandes de la torta a quienes realmente la apreciarán.