“No me apetece hablar contigo ahora”, “mira, ahora no siento que quiera hablar de esto”, “me voy a ir a dormir y no quiero conectarme con tu problema ahora, ¿podemos hablar mañana?”. Todas estas frases se podrían resumir con un: “No estoy disponible”.
No siempre estamos emocionalmente disponibles y eso está bien. Igual que no tenemos hambre a todas horas o que no siempre sale el sol.
Establecer límites es difícil, especialmente para las personas “complacientes”, cuyo sentido de valía deriva de lo que son capaces de dar a los demás.
El miedo a la soledad, al rechazo, al juicio, nos lleva a hacer lo que sea para que esas personas no se vayan. Si no cumplimos con sus necesidades entramos en la autocrítica, nos sentimos culpables, creemos que somos malas personas, porque una es buena si hace lo que esperan de ella el 100 % del tiempo.
Da igual lo que hagas, como si es un 99%, el 1% te lo echarán en cara de alguna manera. Además para ser «buenos», debemos ser desinteresados.
Cuando no nos cuidamos y no escuchamos nuestras necesidades, poniendo límites, terminamos acumulando resentimiento y enfado. Nos cargamos, nos quemamos. Cuando evitamos nuestro «no» para mantener la paz, empieza una guerra dentro de nosotros.
Cuando establecemos límites, le estamos transmitiendo a la otra persona, que nos respetamos y que ponemos primero nuestro propio bienestar. Y eso no es ser egoísta, al contrario, es un gesto de amor y de autoestima reconocer nuestra necesidad de límites, es reconocernos, es un lugar de respeto en vez de un lugar de obligación o resentimiento.
Y al mismo tiempo le enseñas a la otra persona a respetarse, de algún modo le das permiso para que también lo haga. Le estás empoderando y esto es un regalo.
Poner límites es una forma de honrar tus propias necesidades. Reconocer lo que está bien o no para ti, respetar tu verdad, mostrarte genuinamente desde este lugar, confiar en que los demás estarán bien y que si no lo están no depende de ti en cualquier caso.
No tenemos que estar siempre disponibles. Incluso estando en una misma habitación, no significa que esté disponible. Solo porque queremos muchísimo a alguien, porque sea un amigo o familiar, y que ellos nos amen a nosotros, no significa que tengamos que estar siempre disponibles.
Si no tomas tus límites en serio, nadie lo hará. Intenta esta semana a decir “mira, ahora no estoy disponible” y observa qué pasa y cómo te sientes después.
Saber decir no y establecer límites es algo que cuesta al principio, pero estos límites son necesarios para encontrar la seguridad emocional en nuestra vida.
-Mujer alquimia-