Cuando vea a una persona enfurecida tenga siempre en mente algo, lo único que quiere esta persona, es amor. Por increíble que parezca, cuando alguien actúa con ira y perjuicio, no es más que la evidencia del amor que le hace falta.
El alma humana tiende al amor. Así como las plantas giran hacia donde se encuentra un haz de luz, nuestro ser verdadero quiere expresarse en amor. Si hay necesidad de dañar, de vengarse, de manipular, es porque existe una escasez tremenda de amor.
Debemos aprender a ver con ojos más compasivos. El mensaje no es permitir la agresión, pero sí entenderla para no seguir el mismo ciclo una y otra vez, es decir, ir a la verdadera raíz para ponerle una solución. A veces el silencio es la mejor respuesta si es que no tenemos un mensaje pacificador.
Tomar distancia y ver las cosas con más objetividad y desprendernos de lo personal. Recuerde que nada es personal, sólo se trata de la película que proyectamos sobre aquello que nos apartó del amor, y que a veces representa tanta distancia que parece imposible establecer una conexión entre éste y lo que ocurre.
Sea lo que sea a lo que usted se enfrente, mire hacia el amor, elíjalo conscientemente. Aunque al principio no lo crea de verdad, intente imitar a alguien que responda con amor.
Recuerde a alguno de sus mentores de los que recibía un acto de bondad, de comprensión y de compasión cuando usted actuaba incorrectamente.
Inspírese en ellos y en las figuras de la humanidad que con sencillez y contundencia han demostrado que el amor es la fuerza más poderosa.
La violencia, las guerras y lo que atenta contra la vida son grandes espejos de la agresión que decidimos mantener dentro de cada uno y a nuestro alrededor.
Transforme su agresión en creatividad: cante, pinte, baile, toque un instrumento, escriba, diseñe un proyecto, toda la fuerza con la que dice odiar puede ser transformada en una obra maestra de la que se sorprenderá.
Aliente al artista que lleva dentro y deje descansar al hartista: el que está harto del dolor, del ciclo de violencia, de la vida como una carga.
Aprenda a pacificarse; no reaccione al primer impulso, porque esto es una clave en la evolución. Ayude al todo siendo parte de la solución. Atrévase a transformarse, porque así usted se convertirá en un gran transformador para su entorno.
Recuerde siempre que somos células de un mismo cuerpo. Evite en lo posible unirse al grupo de las células enfermas, porque de esta manera dejará de recibir más de lo mismo que ya no quiere.
La fuerza de la vida actúa a través de la conciencia, y si usted pone su intento al menos en quererlo, ella hará su trabajo impecable.
No nacimos agresivos ni enojados. Recuerde su naturaleza, busque purificarse con los actos de bondad, porque éstos lo conectarán con su verdadero ser.
Respete la vida, ame y encuentre el amor en todas las cosas.
Por Antonio Esquinca