En las letras de nuestro ayer quedó grabado lo que nuestra vida es hoy, sembramos en algún momento lo que hoy estamos cosechando. El karma continuamente es malinterpretado, cuando algo negativo acontece lo mencionamos a la ligera, pero es raro detenernos a pensar en las consecuencias más allá de las evidentes de cada una de nuestras palabras, de nuestras acciones y nuestros pensamientos.
Nada ocurre por casualidad, la vida nos da exactamente aquello que nos corresponde de acuerdo a lo que hemos venido haciendo. Probablemente no solo a lo largo de nuestra vida como la conocemos, sino a lo largo de nuestra evolución como seres de luz.
Esa hipótesis hace el entendimiento un poco más complejo, porque en caso de haber tenido más de una experiencia de vida, no tenemos acceso consciente a ellas, y en consecuencia no podemos explicar nuestras experiencias presentes, como el resultado de nuestra siembra.
Sin embargo, entender cómo funciona la ley de causa y efecto, independientemente de si ésta es nuestra única experiencia o si tenemos un largo camino recorrido, nos permite enfocarnos en lo que sembraremos de ahora en adelante, en lo que daremos de nosotros mismos y en la disposición que tendremos para aprender de cada uno de nuestros pasos.
Saber que cada una de nuestras acciones tiene una repercusión a futuro, que quizás no podamos palpar prontamente, pero que generará una reacción, nos invita a actuar de manera más consciente, procurando siempre dar lo mejor de nosotros, procurando dar todo aquello que deje una buena huella.
No es necesario el reconocimiento, ni actuar por aparentar, nuestras acciones deben ser coherentes con lo que esté dentro de nuestro corazón, que desde allí todo es armónico, positivo para nosotros y para quienes nos rodean. Cuando actuamos desde el ego, normalmente las acciones vienen como consecuencia de satisfacer nuestras aparentes necesidades, de buscar nuestro confort, de calcular aquello que generará una ganancia, pero no de la que enriquece nuestro espíritu, sino aquella que está asociada netamente con el rol que representamos.
Por eso, mantenernos en sintonía con nuestro corazón nos permitirá sembrar esas acciones que sí se traduzcan en la cosecha de una vida plena. La vida es perfecta y sabia, a partir de esa sabiduría cada quien recibe las acciones que le permiten evolucionar, mientras más conscientes estemos, menos traumático será el camino.
No subestimemos nada, por pequeño o grande que consideremos que sea su efecto, si sabemos que no está bien, aunque no veamos claras las consecuencias, procuremos buscar otras alternativas que nos hagan sentirnos cómodos y en paz con lo que hacemos y pensamos. Piensa positivo, siente positivo y actúa positivo, para ti y para todo el que esté a tu alcance beneficiar.
No podemos cambiar nuestro pasado, pero sí podemos crear nuestro futuro a través de lo que sembremos en el presente.