Desde el momento de nuestro nacimiento, tenemos una sensación de carencia debido a que estamos separados de la Fuente. Esta separación surge con el «yo separado», es decir, la identificación con el cuerpo-mente.
Debido a esta sensación de carencia, nos sentimos vacíos y nos pasamos el resto de nuestras vidas intentando llenar este vacío-carencia a través de objetos o personas. Buscamos aliviar nuestra carencia acumulando posesiones materiales, o buscando reconocimiento, o luchando por un puesto elevado en el estatus social.
También buscamos alivio a través de las relaciones amorosas, queremos que la pareja nos ame y nos llene ese vacío que sentimos. Se busca alivio en los espectáculos, películas, fiestas, etc. Lo mismo sucede cuando el sentido de carencia es tan agudo hasta el punto en que se transforma en dolor y sufrimiento, entonces buscamos alivio en las enseñanzas espirituales.
Siempre que intentamos aliviar la carencia a través de objetos que están fuera de nosotros mismos, el alivio será temporal. Por un corto espacio de tiempo sentiremos alivio gracias al objeto al cual ponemos nuestra atención, pero cuando el objeto no está con nosotros, entonces vuelve a surgir esa carencia.
La solución no está en los objetos, cualquier tipo objetos, se incluyen personas, títulos, profesiones, estudios, adicciones al tabaco o al alcohol o a las drogas, y a las enseñanzas espirituales.
La verdadera solución, sanación, de esta carencia que siente el «yo separado», está en nuestro interior. Conectando con la Fuente, la Totalidad. Es de esta manera como podemos sanar este estado de carencia y dejar de sentirnos separados de nosotros mismos, y sentirnos como Totalidad.
Conectando con la Fuente
Reconocer que hay una Fuente inmutable no es fácil si no te abres a escucharla, si no te permites al menos la oportunidad de sentirla. Para poder sentir la conexión con la fuente, primero tienes que reconocer que existe en ti, empezar a relacionarte con ella, y tener la voluntad de conectarte.
Así es, tú eres la Fuente, tú formas parte de ella y ella de ti. Pero para sentir esa íntima relación has de elegir seguir el camino de conexión contigo mismo, de autoconocimiento, de autogestión, de autoresponsabilizarte de esa parte divina que hay en ti. Para eso debes quitar la ansiedad, teniendo la certeza de que las cosas llegarán. Donde hay ansiedad, hay duda. Se trata de estar tranquilos.
Quizá al inicio sea difícil, hay que trabajar en los oponentes que que siempre están dispuestos a resistir la realización de lo que queremos hacer. Estos oponentes son internos y pueden ser miedo, inseguridad, vergüenza, o cualquier otra fuga energética posible. Por eso cuando hay fe no hay resistencias personales, hay seguridad absoluta, no hay ningún tipo de objeción personal que se oponga a la realización de la meta.
Cuando empiezas a descubrir que todo lo puedes, comienza un camino de responsabilidad personal, ¿te vas a fallar? ¿piensas quedarte a medias? ¿vas a mirar hacia otro lado y desviarte de tu objetivo? ¿vas a huir de tu destino? ¿vas a vivir una vida gris? ¿vas a vivir una vida de dolor?
Respondas como respondas vas a depender única y exclusivamente de ti, porque en ti está esa parte inmutable e infinita que fue y será, al margen de cómo te plantees esta vida. Lo que sí que sabes a estas alturas es que a mayor conexión menor sufrimiento, a mayor conexión mayor paz.
Cuando te sientes como Totalidad, ya no hay necesidad de llenar ningún vacío, ninguna carencia, porque Tú mismo eres la Totalidad misma.