¿Alguna vez te has sentido tan abrumado por una situación que tus procesos de razonamiento normales se pasan por alto y reaccionas de manera irracional?
Es muy probable que en algún momento todas las personas nos hayamos visto en situaciones o podamos reconocer momentos en los nos encontramos invadidas por emociones desagradables o que, cuanto menos, nos inquietan, como podrían ser la ira o el miedo.
Hablamos de esos momentos en los que este tipo de emociones nos ciegan por completo y nos llevan a tener reacciones o a cometer actos que, en otras circunstancias, serían impensables. Se trata generalmente de reacciones desproporcionadas que nos atrapan y hacen que perdamos el control de la situación o, incluso, de nosotras mismas y nosotros mismos. En estas situaciones nos encontramos ante un claro caso de “secuestro emocional”.
¿Qué es el secuestro emocional?
El psicólogo David Coleman introdujo el concepto de secuestro emocional en 1995. Coleman escribió el libro «Inteligencia emocional: por qué puede importar más que el coeficiente intelectual». Refiriéndose al «secuestro de la amígdala», Coleman reconoció que esta parte de nuestro cerebro es de vital importancia. Esto se debe a que la amígdala sirve como nuestro procesador de las emociones.
Sin embargo, en algunas circunstancias, puede hacerse cargo de nuestra mente. De hecho, dominará las partes de nuestro cerebro que nos ayudan a ser racionales.
Un secuestro de la amígdala hace que la corteza se cierre y hace que sea increíblemente difícil pensar con claridad. No solo eso, sino que inhibe nuestra capacidad de tomar decisiones racionales. Estos eventos continúan con liberación de adrenalina. La adrenalina adicional conduce a un aumento en la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración rápida.
¿Cómo participa la amígdala en el secuestro emocional?
La amígdala es la parte de nuestro cerebro que regula la respuesta rápida de lucha. Entonces, de hecho, está allí para protegernos del peligro. Nos permite reaccionar rápidamente ante una amenaza potencial.
Sin embargo, Coleman sugiere que, en el mundo moderno, la amígdala puede servir para “secuestrar” nuestro cerebro. Esto es cuando nos enfrentamos a una situación que encontramos estresante o aterradora. La amígdala prepara nuestro cuerpo para reaccionar como si la situación presentara un peligro real para nuestra vida. Aunque, en la mayoría de los casos, no existe un peligro real .
¿Cómo puedo reconocer un secuestro emocional?
Un secuestro emocional puede hacer que una persona reaccione agresivamente o le provoque un ataque de pánico. Puede tener consecuencias significativas tanto en nuestro bienestar como en las relaciones con otras personas. Por eso es importante reconocer si el secuestro emocional te está afectando.
¿Puedes pensar en alguna situación en la que hayas sentido una respuesta inmediata, abrumadora y algo inconsciente a algo que, al reflexionar después, parecía irracional? Si la respuesta es sí, es probable que hayas experimentado un secuestro de estas características.
¿Cómo lidiar con el secuestro emocional?
Es importante distinguir la diferencia entre ser “emocional” y experimentar el secuestro emocional. Por supuesto, no hay nada de malo en sentir las emociones profundamente y reaccionar ante ellas. Sin embargo, es cuando nuestro procesador emocional se hace cargo que perdemos todo pensamiento racional. En este punto, debemos pensar en tomar medidas para controlar y prevenir esto.
Conocer el secuestro y cómo funciona la amígdala en el cerebro es el primer paso para tomar el control de los secuestros emocionales. Ahora podemos reconocer que algunas de nuestras reacciones a los eventos de alto estrés son irracionales e innecesarias. Los estudios sobre el secuestro emocional han encontrado dos actividades clave que pueden ayudar a evitar el secuestro emocional.
Actividades que ayudan a detenerlo
- Reconocer los desencadenantes
- Aumentar tu inteligencia emocional
- Conocer los desencadenantes
Reconocer lo que desencadena un secuestro emocional es un paso importante en el tratamiento. Una vez que esté al tanto de sus desencadenantes, puede tomar medidas para difundir su reacción. Dedique un tiempo a pensar en qué situaciones o personas desencadenan sus secuestros emocionales, cómo se sintió durante esta situación y cómo se sintió después.
La próxima vez que te encuentres en una de tus situaciones desencadenantes, hay algunos pasos que puedes seguir para lidiar con el, antes de que se intensifique.
- Haz una pausa y respira hondo para calmarte.
- Practica la atención plena.
- Nombra las emociones que estás experimentando para que la parte pensante de tu cerebro se vuelva a comprometer.
- Si aún puede sentir que el secuestro emocional se apodera, intente alejarse de la situación para poder recuperar el control y una sensación de calma.
Habrá algunos casos en la vida donde el secuestro emocional es inevitable. Sin embargo, hay pasos que puede tomar. Entrena tu cerebro para distinguir entre situaciones que requieren una reacción de lucha o huida y aquellas que no.
Tener una mejor comprensión de lo que desencadena en nosotros el secuestro emocional. Aumente tu inteligencia emocional a través de prácticas como la atención plena. Estos son los pasos clave para controlar el funcionamiento de la amígdala en nuestro cerebro y prevenir la aparición del secuestro emocional.