Debes saber de antemano que cuando sostienes relaciones en donde entregas mucho y recibes poco, estás actuando desde la carencia.
Amar desmedidamente a alguien sin ser correspondido, es una prueba de lo poco digno que te sientes de recibir verdadero Amor. Y esto sucede porque tú no te amas lo suficiente. Si lo hicieras, cortarías inmediatamente todo vínculo con personas que no sean capaces de ver tu belleza, tu maravilla y tu pureza, y por lo tanto te traten de igual manera.
Como no te amas ni te valoras, usas al otro para no estar solo. En realidad, ambos se usan. Es un pacto silencioso e implícito de desamor o amor condicionado, en el cual cada uno repite a través de la interacción con el otro su historia infantil, es decir, el modelo de pareja que vió en su propia infancia. Parece que los une el Amor, pero el ego ha tomado el control de la relación. Un programa se enamoró de otro programa.
No quieres ver las señales que están frente a tus ojos. Las minimizas. Las justificas. Las niegas. La otra persona es mezquina contigo; no te valora, no te ve, no te admira, pero tú te quedas allí, quizás durante meses o años, simplemente porque estás vibrando en su misma frecuencia y también eres mezquino contigo mismo.
La calidad del Amor que recibes, es la misma calidad de Amor con la cual te tratas. Al menos que comiences a amarte incondicionalmente, puedes quedarte estancado en relaciones frías o conflictivas durante mucho tiempo, desaprovechando tu valiosa vida y tu oportunidad de ser feliz hoy.
Como necesitas al otro para llenar tu propio vacío interior, haces lo imposible para que no se aparte de tu lado, para que no te abandone, no te rechace, y así no tener que enfrentarte a la insoportable sensación de soledad y al verdadero dolor que mantienes en estado latente e inconsciente. Prefieres quedarte en la zona de confort, sufriendo y mendigando Amor, que tomar coraje y vencer el miedo al futuro, para regalarte una vida digna y coherente a tus verdaderos deseos y potencial.
Te conformas con poco. Permites muchas veces el maltrato, la indiferencia, la frialdad y el abuso psicológico, idealizando al otro y negando su evidente oscuridad. Tu apego te ha cegado y no te permite ver la realidad. Por miedo al futuro (miedo a la soledad, a la carencia emocional a la incertidumbre, o a lo desconocido), te resignas y acostumbras a vivir de una manera muy inferior a lo que realmente te mereces.
Cuando das demasiado a alguien que no puede recibir, estás engendrando su propio ego. Tú ego alimenta su ego. Tu carencia emocional, tu necesidad de ser amado, tu bondad excesiva y tu falta de límites, permiten que la otra persona avance cada vez más con su violencia, maltrato, indiferencia, mezquindad, o simplemente distancia e inexpresividad emocional.
Si das demasiado a quien no está preparado para recibir, éste se pondrá en tu contra. Inventará todo tipo de historias, y buscará la manera de culpabilizarte. No te creerá, pues no puede ver la clase de persona que eres. No puede ver la pureza de tu alma. No puede verla pues no se ve a sí mismo. No sabe lo que es el amor. No tiene idea. Jamás lo tuvo. Jamás lo recibió. No lo conoce, por lo tanto, están hablando en dos idiomas diferentes. No esperes jamás que te comprenda o se ponga en tu lugar. Esta persona está muy lejos aún de abrir su corazón y su sensibilidad. Tiene un largo camino por recorrer.
Al entregar tanto, el otro se siente obligado a devolverte lo mismo. Le estás exigiendo que te dé algo que no puede dar. No puede porque no lo tiene. Está presa aún de su historia. Su corazón está aún cerrado.
Si te sintieras digno de y no necesitaras Amor de afuera, no permitirías ni cinco minutos una relación negativa, nada que no represente la maravillosa y extraordinaria persona que eres. Y desde esa vibración elevada de dignidad, Amor y merecimiento, sólo se acercarán a ti personas sanas, con gran corazón.
Entonces habrás aprendido la lección. Relaciónate con aquellos que pueden ver tu pureza, tu maravilla, tu bondad, tu luz. Aquellos que te valoren y te admiren, pues esta será la señal de que tú te estarás valorando, respetando y admirando a ti mismo.
Y cuando te ames profundamente, serás el Amor que buscabas. Habrás encontrado el gran tesoro que la humanidad ha buscado desde los inicios de los tiempos: te habrás encontrado a ti mismo.
-Luis Dugas-