La belleza verdadera radica en la profundidad de una conexión auténtica y en la forma en que tocamos las almas de los demás con nuestro amor y comprensión. Es un recordatorio poderoso para mirar más allá de lo superficial y encontrar la belleza y el significado en lo más profundo de cada ser humano.
En el vasto universo de la literatura y la poesía, hay ocasiones en las que ciertas frases o escritos resuenan en nuestro corazón y alma, sin que podamos atribuirlos de manera certera a un autor específico. Un ejemplo de esto es el hermoso texto: «te estás equivocando». Esta reflexión ha sido asociada con el reconocido escritor Gabriel García Márquez, uno de los maestros de la literatura latinoamericana.
Sin embargo, cabe mencionar que a pesar de la aparente conexión con García Márquez, no se ha podido comprobar de manera concluyente que sea efectivamente su autoría. A pesar de la incertidumbre sobre su autor, lo cierto es que el mensaje que encierra es sumamente valioso y poderoso. Nos invita a mirar más allá de las apariencias y a valorar lo que realmente define a una persona. Por ello, más allá de su origen, este emotivo texto continúa siendo un recordatorio inspirador de la importancia de amar desde lo más profundo y auténtico del corazón.
Te estás equivocando
Si te atrae una mujer
por la talla de su pecho,
por su cintura o por sus caderas,
te estás equivocando.
Si lo que más valoras en ellas son los rasgos de su cara
el color de sus ojos, la longitud de sus piernas
o como se ve con minifalda,
te sigues equivocando.
Una mujer es su actitud,
su forma de ser, la forma en que te trata y te mira,
su risa y sus silencios.
Una mujer es su inteligencia, su rebeldía
su entrega, su generosidad, su capacidad de hacer varias
cosas simultáneamente, sus manías.
Lo mejor de una mujer no es su envoltorio, es lo que hay dentro:
Su humor, sus ocurrencias, su valentía, su forma de pensar…
Un hombre de verdad,
un hombre inteligente,
se enamora de lo que otros ni se imaginan
Ese hombre puede ver, lo que otros ni imaginan que exista
y eso, amigos tiene un premio.
Y se llama FELICIDAD.
Esta reflexión nos invita a mirar más allá de las apariencias y a valorar lo que realmente importa en una persona, en este caso, en una mujer. Nos recuerda que la verdadera belleza radica en su actitud, su forma de ser, y cómo trata a los demás. Los rasgos físicos pueden ser atractivos, pero son efímeros y superficiales en comparación con las cualidades internas que realmente definen a una persona.
La verdadera esencia de una persona está en su interior. Aprendamos a mirar más allá de las apariencias y a valorar lo que realmente importa en cada individuo. Enamorémonos de las sonrisas, los gestos, las palabras y los actos que reflejan la autenticidad de cada ser humano.
Aprendamos a reconocer nuestra propia valía y la de los demás. Descubramos la belleza que se esconde en lo genuino, en lo auténtico y en lo profundo. Y al hacerlo, encontraremos un premio invaluable: la verdadera felicidad en el amor y en la conexión con aquellos que nos rodean.
«La verdadera conexión se forja en el brillo de nuestras almas, en la autenticidad y la belleza que llevamos dentro. Así, en el encuentro de dos corazones auténticos, florece un amor genuino y duradero».
Por Aleja Bama