A lo largo de nuestra vida, todos pasamos por conflictos, peleas y enojos con diferentes personas, ya sean compañeros del trabajo, amistades, seres queridos o incluso muchas veces familiares.
Esto es algo que ocurre muchas veces sin desearlo, porque tenemos distintas maneras de pensar, de ser y actuar, porque somos diferentes unos de otros.
Cuando estás discrepancias se resuelven de forma rápida, dejamos de estar tristes y nuestro interior para de sufrir. Pero no siempre ocurre de esta manera, existen conflictos que duran por muchos años, incluso por toda la vida; y es posible que por esa razón el corazón y el alma, nunca encuentren paz absoluta.
Es ideal aprender a cerrar ciclos, ya que la vida continúa, aprender a perdonar y aceptar el perdón que viene de alguien más, ya que de está forma estaremos preparados para recibir nuevas cosas, ya que el alma se encontrará en tranquilidad.
El perdón parece ser una acto difícil de realizar, más cuando creemos que las cosas que sucedieron y nos afectaron no son nuestra responsabilidad, que han sido totalmente injustas y podríamos pensar que quienes hicieron daño no merecen ser perdonados; ya que el corazón se va llenando de tristeza y cólera (muchas veces irreversibles).
Sin embargo, ¿quiénes somos para juzgar las acciones de otros?, ¿será que somos tan perfectos que nunca nos equivocamos y cometemos errores?
El poder del perdón
Cuando las personas no perdonan, en el corazón se va guardando, dolor, rencor, estrés, y sentimientos de venganza; todo eso perjudica la salud física y mental. El acto de perdonar brinda tranquilidad y bienestar, mejorando la salud , ya que se relaciona con una menor frecuencia cardíaca y tensión arterial, aliviando el estrés.
Perdonar no se trata olvidar algo doloroso que sucedió o aceptar que la otra persona tuvo razón, perdonar es liberarse de los sentimientos negativos, de la furia y el dolor que tanto daño han hecho, reconociendo que el pasado quedó atrás y que podemos cambiar el presente para mejorar y sanar.
Cuando uno perdona, siente como si dejara de cargar una mochila muy pesada, que ha impedido caminar libremente. Cuando perdonas no solo se sana el alma, sino nuestro organismo.
El acto de perdonar ayuda a restaurar los pensamientos, los sentimientos y los compartimentos de manera positiva. Esto se refiere a que cuando perdonamos, automáticamente hacemos cosas para beneficiar a otros; nuestro sentido de empatía aumenta y por ello es que nos convertimos en personas más altruistas.
Recuerda que perdonar implica una aceptación de lo que sucedió, para abrir una puerta hacia el profundo desprendimiento que impide seguir adelante.
No solo se trata de perdonar a los demás, también es conveniente perdonarse uno mismo, reconociendo que somos imperfectos. Perdonar alivia el alma, el corazón, la mente y nuestra salud física. Ahora que ya lo sabes, no dejes que el orgullo gane la pulseada.
Cuando tu corazón y alma están fracturados por el rencor, es posible que tu salud física también. Aprende a liberarte y sanar tu interior.